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Reviewed by:
  • Juan de Moncayo: Obra poética ed. by Jr. Ted E. McVay
  • Javier Álvarez
McVay, Jr. Ted E., Ed. Juan de Moncayo: Obra poética. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, 2017, 2. PB. 840 pp. 978-84-16935-15-4.

El verso noveno del célebre soneto gongorino "Valladolid, de lágrimas sois valle" (1603), compuesto con motivo del traslado de la corte a orillas del Pisuerga, reza: "Todo sois condes, no sin nuestro daño", y, si aceptamos que "conde", por sinécdoque, designa a cualquier miembro de la aristocracia, bien podría aplicarse a muchos de los imitadores del cordobés en las décadas [End Page 141] centrales del siglo XVII, cuando el otrora llamado culteranismo vino a convertirse en el estilo estándar de la poesía sublime. Uno de ellos, y no desde luego el más dotado para la lírica, fue el zaragozano Juan de Moncayo, marqués de San Felices.

De Moncayo se conservan, aparte de composiciones aparecidas en manuscritos o preliminares ajenos y oportunamente reproducidas en el volumen segundo de la edición de Ted E. McVay, Jr., dos libros en verso (Rimas, Zaragoza, 1652; Poema trágico de Hipomenes y Atalanta, 1656) de los tres que, según parece establecido, dio a las prensas en vida. No ha llegado hasta nosotros ningún ejemplar de las primeras Rimas del poeta, impresas en Lérida en 1636 y distribuidas fundamentalmente en Madrid, y quizás no de forma comercial, para apoyar la carrera cortesana de Moncayo, que por aquel entonces acababa de conseguir un hábito de Santiago, a más del nombramiento como Gentilhombre de la Boca del Rey. De acuerdo con la descripción del erudito zaragozano Félix Latassa (1733-1805), estas primerizas Rimas formaban un volumen en dieciseisavo compuesto a mayor gloria de los marqueses del Carpio. Su núcleo, en consecuencia, consistía en una composición panegírica a la casa de Haro, que aún podemos leer en los preliminares del Poema trágico de Hipomenes y Atalanta, a la que tal vez acompañarían otras piezas circunstanciales de similar orientación encomiástica y turiferaria. El tiro no estaba mal apuntado, pues Luis Méndez de Haro, hijo de los marqueses del Carpio, estaba llamado a convertirse en primer ministro de Felipe IV poco después, en 1643.

En carta a Juan Francisco Andrés de Ustarroz de agosto de 1653, también reproducida en el apéndice primero de la edición de Ted E. McVay, Jr., pp. 707-709, Juan de Moncayo deja entrever que su segundo volumen de Rimas, el de 1652, fue bien acogido entre "reyes, damas de palacio, señores y señoras", pero no tanto por su "amigo Alfay y otros libreros". El marqués de San Felices hizo buenas, muy a su pesar, las palabras del Evangelio acerca de los profetas: "Náufrago en Aragón, y aplaudido en Castilla", escribe sobre sí, y se sorprende retóricamente de que nadie quiera reimprimir sus nuevas Rimas, a pesar de su buen suceso "entre las hermosuras, entre los estrados reales, en los senados". Evidentemente, sus composiciones áulicas tenían un público objetivo muy concreto, y era de todo punto imposible que interesasen fuera de los círculos cortesanos o que fuesen acogidas por el común de los lectores. De estas segundas Rimas contábamos con una excelente y temprana edición de Aurora Egido (Madrid, 1976), dentro de [End Page 142] la castiza colección Clásicos Castellanos, que Ted E. McVay, Jr. ha utilizado satisfactoriamente en su propia recuperación de los versos de Moncayo.

La poesía del marqués de San Felices es tan chirle, pretenciosa y hebén como la de la mayoría de los epígonos tardíos de don Luis. Llama la atención, sin embargo, su interés, en verdad muy zaragozano, por la fábula mitológica, que llega a afectar a la propia disposición de sus segundas Rimas, pues comienzan con la "Fábula de Júpiter y Leda" (páginas 33-43); terminan con la "Fábula de Júpiter...

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