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EXPLORACIONES DEL CONOCIMIENTO MÍSTICO EN TRES ROMANCES DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ Oswaldo Estrada University of North Carolina at Chapel Hill En memoria de Georgina Sabat de Rivers El de Sor Juana no es camino de santidad sino método de conocimiento. —Rosario Castellanos (34) S or Juana tiene la suerte ambivalente de los clásicos a los que recordamos por algunos textos célebres y no siempre por la totalidad de su obra.Aunque en los círculos académicos abundan los estudios sobre su Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, sobre sus célebres sonetos amorosos y el Primero Sueño, con menor regularidad analizamos su lírica coral o sus variados escritos de tema religioso estrechamente vinculados con “la cultura devota de su época” (Wray, “Vínculos” 395). Dentro de este corpus de composiciones religiosas que aguardan mayor atención o innovadoras interpretaciones podemos incluir toda una serie de letras sacras, los Ejercicios devotos de la Purísima Encarnación, por lo menos once juegos de villancicos, las treinta y dos Letras de San Bernardo, así como sus tres autos sacramentales con sus loas al Divino Narciso, El mártir del sacramento, San Hermenegildo, y El cetro de José1 . Tal vez el mayor obstáculo que enfrentamos como críticos de Sor Juana es que en dichas composiciones religiosas la monja jerónima predica sermones subversivos, se autorretrata a imagen y semejanza de la Virgen María y Santa Catarina de Alejandría, realiza distintos viajes intelectuales como verdadera doctora del saber, y se distancia de los escritos proselitistas producidos en la Nueva España. CALÍOPE Vol. 14, No. 2, 2008: pages 69-86 70 Oswaldo Estrada ! ! ! ! ! Este espíritu de innegables “v(u)elos epistemológicos” también se aprecia en tres romances sorjuaninos que en distintos momentos han sido considerados como “místicos,” porque en ellos su autora explora los efectos del “Amor Divino.”2 Me refiero a las tres composiciones que aparecen como un tríptico en Fama y obras póstumas de 1700 (Madrid: Ruiz de Murga), el mismo que Alfonso Méndez Plancarte incluye como parte de un juego de “Romances sacros” en su edición de 1951, y al que Georgina Sabat de Rivers y Elias Rivers clasifican como “Poesía de tema religioso” en su edición del 2004.Asimple vista, es evidente que los tres poemas mucho tienen que ver con la tradición mística de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, tanto así que Méndez Plancarte los considera “acaso lo más pura y genuinamente místico de Sor Juana” (Obras completas 453). Sabat de Rivers y Rivers citan este mismo fallo con respecto a estos poemas en su propia edición, no sin antes arriesgar que las tres composiciones que se siguen una a otra en el original, “debe[n] pertenecer al último año y pico de la vida de Sor Juana, cuando ya no publicaba pero seguía escribiendo poesía religiosa y profana” (Poesía 540). También comentan con cautela que estas últimas obras “traslucen pesares ante Dios, quizás nuevos en Sor Juana” (Poesía 540, énfasis mío). Si bien esta clasificación e interpretación de los tres romances “místicos” es bastante justificable, en este ensayo exploro la posibilidad de leerlos no sólo como poesía religiosa, sino también como un nuevo y dialógico camino hacia la exploración del conocimiento, vestido de misticismo para evitar “ruido[s] con el Santo Oficio” (The Answer 46). Así como la monja utiliza sus villancicos a la Asunción o Concepción de María, a San Pedro Nolasco y a San José, para dar lecciones de cómo interpretar los misterios divinos, obedeciendo a sus superiores por encargo, pero siempre siguiendo una agenda personal, sus poemas de amor sagrado también guardan entre líneas las características que la distinguen a lo largo de su carrera intelectual3 . Como demuestro a continuación, estos (des)encuentros con la tradición mística española conservan el talante de sus mejores sonetos amorosos, así como...

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