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  • Una vida en el teatro:Jesús Valdés, primer actor de Saltillo
  • Armín Gómez Barrios and Jesús Valdez Ramos

Aunque su capacidad histriónica le permitió interpretar a los más selectos personajes del teatro universal y fue invitado a formar parte de diversas compañías nacionales, Jesús Luis Valdés Oyervides (1950–2015) nunca abandonó su terruño. En los escenarios de su natal Saltillo, Coahuila, totalmente consagrado a su público, Chuy Valdés representó desde textos clásicos y renacentistas hasta dramas contemporáneos y de vanguardia. Fungió como actor, director de escena y maestro de teatro; dirigió compañías teatrales y consiguió recursos para sostener sus temporadas. Formó nuevas generaciones de actores y terminó por convertirse en personaje emblemático del medio artístico local. Ingenioso y afable pero también temperamental y explosivo, Valdés construyó su trayectoria artística con el único recurso de su talento histriónico.

El 30 de septiembre de 2015 el telón se cerró definitivamente para él aunque el rumor de los aplausos no lo ha dejado descansar. Numerosos homenajes, exposiciones, reportajes y artículos periodísticos intentan disimular la notoria ausencia del histrión. El público de Saltillo no quiere despedirse aún de su actor preferido y lo sigue evocando de diversas formas, entre ellas el nombre que se impuso al teatro de cámara del Teatro de la Ciudad Fernando Soler, que a partir de junio de 2016 se denomina “Jesús Valdés”.

El misterio de la carpa

La primera experiencia de Chuy Valdés con el teatro ocurrió en su niñez. Cerca de su casa, en un terreno baldío, se instalaba con regularidad una compañía artística que representaba “tandas”. Se trataba de la carpa Tayita, en donde actuaba la compañía Padilla Morones, cuyo repertorio de melodramas, sainetes y tragedias se ofrecía en las funciones de tarde, moda y noche (Las carpas antiguas daban funciones en tres horarios: tarde, a las 16:00 horas; “moda”, a las 19:00 horas; y noche, a las 21:00). Chuy espiaba las funciones [End Page 279] desde afuera; se emocionaba con todo tipo de historias cómicas y trágicas y después, veía a los actores comprando mercancías en la tienda de abarrotes del barrio, convertidos ya en gente común. Así, comenzó a interesarse en la vida de los artistas y un día decidió esconderse en los carromatos de la compañía cuando ésta se despedía de la ciudad. Sus padres tuvieron que ir a buscarlo en los linderos de Saltillo cuando los actores lo descubrieron agazapado tras un baúl de escenografía. Aunque fue severamente castigado, Jesús ya nunca dejó de pensar en el teatro.


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Photo: Armín Gómez Barrios

En casa, con la ayuda de alguno de sus siete hermanos y otros vecinitos, Chuy se dedicaba a representar sucesos de Saltillo, como el trágico crimen de Rosita Alvírez, cuya memoria se conserva en un popular corrido. En el corral de la casa, en medio de plantas y animales domésticos, un público improvisado disfrutaba de la espontaneidad de ese niño que demostraba facilidad para dar vida a todo tipo de personajes. Sin embargo, todo dejó de ser un juego cuando, a finales de la década de los 60, Chuy Valdés decidió dedicarse a actuar profesionalmente, a diferencia de sus hermanos que estudiaron carreras relacionadas con la agronomía puesto que el negocio familiar era la crianza de ganado lechero. A Jesús le interesaba más leer poesía, escribir e ir al cine que ordeñar vacas en un establo. Su vocación estaba decidida: sería actor o moriría en el intento. Y esa decisión le acarreó numerosos enfrentamientos con su familia que, en distintos momentos de su vida, le reclamó su dedicación al teatro y le exigió dejar de lado la actuación para evitar “morirse de hambre”. Efectivamente, Chuy no se convirtió nunca en un hombre rico pero sí en un actor feliz.

Sus inicios...

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