In lieu of an abstract, here is a brief excerpt of the content:

  • Cine de masas y televisión de calidad:un nuevo paradigma para el audiovisual mexicano
  • Paul Julian Smith

Empecemos con dos anécdotas. En 2012 Carlos Reygadas, el autor de cine de arte mexicano más celebrado, ganó el premio al mejor director en el Festival de Cannes. Apenas unas semanas después, yo fui a ver su Post tenebras lux en el Cinépolis Diana, un complejo de multicines de la Ciudad de México. Cuando llegué, el empleado me dijo que la proyección había sido cancelada por “falta de interés”.

En 2015 fui a la grabación de un programa de entrevistas sobre sexualidad femenina que aparece en la televisión por cable ya bien entrada la noche. Llamado Amor-didas, el programa se produce en los estudios XEW de Televisa, localizados en la Ciudad de México, pero no en una colonia muy glamorosa. La anfitriona rubia y sus tres invitadas, igualmente arregladas, estaban de acuerdo en que lo que las mujeres quieren es ser cortejadas, no atrapadas, ser protegidas, no ignoradas. Lamentablemente, los efectos del Viagra en las mujeres no formaron parte de la discusión, a pesar de que al comenzar el programa la anfitriona había prometido que el tema iba a ser discutido.

Las anécdotas ilustran el viejo paradigma del cine como arte de la minoría, comparado con la televisión “vulgar” de la mayoría. Y todavía hay datos que apoyan este paradigma. Cualquier visitante habitual a los festivales cinematográficos (sobre todo al de Morelia, el más influyente de México) sin duda habrá notado el incremento de películas artísticas austeras, aquellas a veces llamadas lentas, minimalistas, o contemplativas. Entre los directores (todos hombres) no sólo se encuentra Reygadas, sino también su discípulo Amat Escalante (director de Heli, 2013), y el prolífico Nicolás Pereda. Este tipo de películas no son comúnmente vistas en casa. Heli, premiada otra vez en Cannes, atrajo únicamente a 20,000 espectadores en los cines mexicanos. Pero estas películas son ampliamente distribuidas en el extranjero, [End Page 127] especialmente en los festivales europeos, que a menudo han ofrecido fondos para su producción.

Además, hay cierta complicidad entre estos films inaccesibles y enigmáticos, que requieren una intensa labor de interpretación, y los críticos y académicos que sirven (en palabras de Bourdieu), para darles “vida social”. Y como ya se ha mencionado, tanto el incremento en los precios de los boletos en México, ahora varias veces más caros que el salario mínimo, como la cada vez más frecuente ubicación de los cines en elegantes centros comerciales, han contribuido a la exclusión de la gente pobre de las salas. Por ello ir al cine ahora solo es accesible para las clases media y alta en México.1

A la inversa, o quizá de manera complementaria, mientras el cine se ha vuelto un lujo, la televisión (disponible universalmente en los hogares mexicanos) ha permanecido asequible, enfocándose en un público de ingresos bajos, menos educado y predominantemente femenino. Estas tendencias han sido confirmadas por OBITEL, que edita la encuesta anual de ficción televisiva iberoamericana, y que corroboró el dominio de los formatos de programas rehechos o importados de los gigantes Televisa y Azteca.

Aún así, OBITEL también subraya la reducción del público tradicional de la pantalla chica y la decreciente popularidad de su género más favorecido, la telenovela. Mientras tanto, las suscripciones pagadas a la televisión aumentaron en 2009, alcanzando el 32% de la población. El inusitado volumen de la producción de televisión exitosa en México (10,000 horas por año, exportada a 100 países) también sugiere que ésta podría ser más variada de lo que comúnmente se piensa.

Por otra parte, y más sorprendentemente, la industria del cine, mucho más débil que la industria de la televisión, ha producido últimamente una oleada constante de éxitos taquilleros. Como veremos, la mayoría de éstos son comedias...

pdf

Share