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  • El sonido cinematográfico
  • Kathleen M. Vernon

Se ha hecho lugar común en el estudio del cine lamentar la falta de atención a la banda sonora, primer componente de este arte híbrido audio-visual, entendida en sus múltiples variantes: voces y diálogos, efectos sonoros ambientales y música. La verdad es que el análisis de la dimensión sonora del cine requiere un proceso de concienciación frente a sus efectos en nuestra percepción de una película. Las técnicas y convenciones del sonido en el cine narrativo “clásico” contribuyen a que dichos efectos no se noten. Para Mary Anne Doane la función del sonido es, en primer lugar, la de servir de soporte a la imagen visual contribuyendo a la producción de una ilusión de “realidad”. Ella argumenta que la fusión del sonido con la imagen, y de la voz con el cuerpo del hablante visible en la pantalla, tienen como fin el encubrimiento de la heterogeneidad fundamental del medio cinematográfico y, a su vez, la creación de un texto unificado a partir de la materialidad fragmentada, compuesta por trozos de celuloide o bits digitales, que compone el film (Doane 54–62). Por otro lado, la labor subterránea de la banda sonora musical es puesta de manifiesto ya desde el título en el influyente libro de Claudia Gorbman, Unheard Melodies. No resulta sorprendente, por lo tanto, que Timothy Corrigan, en su libro de introducción al análisis cinematográfico, observe que “many moviegoers listen to films but in most cases have not learned to hear them” (72).

En las siguientes páginas proponemos un acercamiento crítico e historiográfico al papel del sonido en el cine de lengua hispana, empezando con una discusión de la transición del cine mudo al sonoro, época que tuvo un efecto decisivo en el desarrollo de las diferentes industrias cinematográficas en tanto que sirvieron de vehículo de expresión de identidades nacionales y/o regionales. Examinaremos la producción y difusión del cine hispano en su dimensión tecnológica, artística, económica y política, así como los factores que conducen a la importante bifurcación que se produce entre España y Latinoamérica con respecto a la aplicación de diferentes técnicas de reproducción de sonido. Si el tratamiento de los diálogos y el sonido ambiental refuerza la división entre países y culturas, el uso de la música en el cine ejemplifica [End Page 11] una tendencia contraria, la apertura a tradiciones y corrientes de diversa índole. En esta sección nos centraremos en dos momentos clave en la historia de la música cinematográfica en el ámbito hispanohablante. En la última parte nos enfocaremos en una serie de películas recientes cuyas prácticas auditivas las identifican como laboratorios de una nueva sonoridad cinematográfica que nos sensibilizan sobre el impacto multidimensional del sonido como fuente de significado más allá del aspecto visual del cine.

Cine sonoro y las versiones multilingües

La introducción del cine sonoro tuvo efectos convulsivos para la industria cinematográfica a nivel mundial. La incorporación del sonido puso fin a lo que muchos llamaron el lenguaje universal del cine mudo, caracterizado por películas que circulaban fácilmente por diferentes países e idiomas gracias al simple cambio de los intertítulos. De esta manera, el cine hablado en español nace en el contexto de una lucha a la vez tecnológica, comercial y cultural por el control de nuevos mercados ahora segmentados según los diferentes idiomas. Mientras se multiplican los experimentos de sincronización del sonido con la imagen – la película considerada como el primer film sonoro en el mundo, El cantor de jazz (The Jazz Singer, Alan Crosland, 1927), protagonizada por Al Jolson, en realidad sólo lo es a medias puesto que depende de un sistema de sonido basado en discos gramofónicos para la inclusión de canciones y varias escenas de diálogo sincronizado – no es hasta los primeros a...

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