Abstract

In recent years, there has been a dramatic increase in the number of unaccompanied migrant children attempting to enter the United States. In 2014, total numbers peaked at 68,000 apprehensions, mostly from Central America and Mexico. Since then, rising immigration enforcement strategies within Mexico have decreased the ability of unaccompanied migrant youth to reach the US border. However, underlying factors driving child migration have not changed. Children continue to flee high levels of violence, particularly from El Salvador, Honduras, and Guatemala, which are currently among the most violent nations in the world. Yet, violence does not end for youth once they leave the borders of their countries; as youth ride buses, trains, boats and trucks north, they continue to encounter it along every step of the way. Due to increasing militarization and punitive immigration policies in the United States, migrant children contend with further violence when they cross the US/Mexico border. In this paper, we examine how varied nuanced manifestations of violence shape migrant children’s lives and experiences. While youth may be able to escape immediate and corporeal violence, we explain how different forms of violence influence not only their decisions to leave, but also their journeys and encounters with Mexican and US immigration policies. We argue for a more spatially expansive understanding of violence that considers how state policies and practices extend far beyond national borders to negatively affect migrant children’s lives.

Resumen:

En los últimos años, ha habido un aumento dramático en el número de niños migrantes no acompañados que tratan de entrar en los Estados Unidos. En 2014, el número total alcanzó un máximo de 68,000 aprehensiones, en su mayoría de Centroamérica y México. Desde entonces, el aumento de las estrategias de control de inmigración en México han disminuido la capacidad de los jóvenes migrantes no acompañados de llegar a la frontera con Estados Unidos. Sin embargo, los factores subyacentes que impulsan la migración infantil no han cambiado. Los niños siguen huyendo de altos niveles de violencia, en particular de El Salvador, Honduras y Guatemala, que actualmente están entre los países más violentos del mundo. Sin embargo, la violencia no termina para los jóvenes una vez que salgan de la frontera de sus países; como los jóvenes toman autobuses, trenes, barcos y camiones al norte, ellos lo siguen encontrando a lo largo de cada paso del camino. Debido al aumento de la militarización y las políticas punitivas de inmigración en los Estados Unidos, los niños migrantes luchan contra más violencia cuando cruzan la frontera de Estados Unidos/México. En este trabajo, examinamos cómo matizados y variadas manifestaciones de violencia forman las vidas y experiencias de los niños migrantes. Mientras que la juventud puede ser capaz de escapar de la violencia inmediata y corporal, explicamos cómo las diferentes formas de violencia no sólo influyan su decisión de salir, sino también sus viajes y encuentros con las políticas de inmigración de México y EEUU. Argumentamos a favor de un entendimiento más amplio y espacial de la violencia que tiene en cuenta cómo las políticas y prácticas estatales se extienden mucho más allá de las fronteras nacionales para afectar negativamente la vida de los niños migrantes.

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