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  • Ilusionismo verbal en Elogio de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto de Mario Vargas Llosa by Guadalupe Martí-Peña
  • Juan de Castro
Martí-Peña, Guadalupe. Ilusionismo verbal en Elogio de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto de Mario Vargas Llosa. West Lafayette, IN: Purdue UP, 2014. 354 pp.

En este importante estudio, Guadalupe Martí-Peña analiza las dos novelas cómico-eróticas del Nobel peruano Mario Vargas Llosa concentrándose en lo que ella denomina “ilusionismo verbal”, o sea, el “diálogo . . . entre realidad y ficción, la vida y la fantasía” (1). De esta manera, la autora contradice la tendencia, que ella caracteriza como dominante dentro de la crítica sobre el autor de La ciudad y los perros, de ver “sus ficciones . . . como una construcción sobre la realidad” (2). A pesar de concordar en que las novelas de Vargas Llosa son documentos de rebelión y resistencia, Martí-Peña prefiere enfatizar “como la capacidad imaginativa de los personajes los ayuda a sobrellevar las contrariedades de la vida” (4). Y es este papel de la imaginación como compensación y resistencia que aparece, según Martí-Peña, más claramente delineado en Elogio de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto, que en las otras novelas del autor, aunque no se encuentre ausente de éstas últimas.

Martí-Peña identifica tres artes o actividades que sirven como punto de partida para las fantasías de los protagonistas de estas novelas—don Rigoberto, Lucrecia y Fonchito—y su novelización por parte de Vargas Llosa: la pintura, el teatro y la actividad mística. La presencia de la pintura en estas obras es obvia. Elogio de la madrastra, además de narrar la seducción de Lucrecia, la madrastra, por su hijastro, el niño Fonchito, detalla la incorporación de obras pictóricas en la actividad y fantasía sexual de don Rigoberto y su esposa Lucrecia. En Los cuadernos de don Rigoberto las fantasías creadas a partir de las pinturas y los textos recopilados en sus cuadernos sirven a don Rigoberto para, en la imaginación, compensar la falta de su esposa alejada debido al incesto con su hijastro. Además, en esta novela, Fonchito obsesionado con las obras de Egon Schiele, las utiliza con éxito para atizar el deseo de Lucrecia para que ésta vuelva con don Rigoberto. Por lo tanto, el estudio de la écfrasis—tanto desde una perspectiva teórica como en los casos específicos incluidos en las novelas—es de gran importancia en el estudio. La crítica también estudia “los trucos teatrales que emplea Vargas Llosa para suscitar en . . . su público lector la ilusión de estar presenciando en vivo el doble espectáculo del narrar y lo narrado” en estas novelas (36). En cuanto a la actividad mística, Martí-Peña señala las semejanzas y obvias diferencias entre el papel atribuido por Michel Foucault a la escritura en el “perfeccionamiento moral del yo” (222), por parte de estoicos y anacoretas, y el uso que hace don Rigoberto de sus cuadernos (incluyendo las cartas no enviadas en las que describe su ideario político y moral) como materia prima para sus fantasías eróticas. Debido a la presencia de estos discursos no-literarios, Ilusionismo verbal [End Page 771] se encuentra compuesto, además de una introducción y un epílogo, por capítulos dedicados (y titulados) a “La creación de la ilusión dramática”, “La creación de la ilusión pictórica” y “La creación de la ilusión mística”.

Como evidencia la mención de Foucault, Ilusionismo verbal se caracteriza por la sofisticación teórica. De hecho, la crítica de Martí-Peña es claramente de filiación post-estructuralista. Aunque quizás sorprenda al propio Vargas Llosa, quien, como sabemos, es un detractor de la teoría literaria y ha llamado “charlatanes” a los pensadores posmodernos, Martí-Peña demuestra la utilidad de éstos, en particular Derrida, para la comprensión de la obra del Nobel peruano. ¿Qué otro papel...

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