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Reviewed by:
  • La poesía contemporánea del Perú ed. by Jorge Eduardo Eielson, et al.
  • Eduardo Chirinos (bio)
La poesía contemporánea del Perú Por Jorge Eduardo Eielson, et al, Eds. Prólogo de Inmaculada Lergo Martín. Lima: Editorial Cultura Antártica S.A., (1946) 2013. 156 pp. asin B007BNH584

Si alguna antología de poesía peruana tuvo para mi generación un aura de leyenda, ésa fue La poesía contemporánea del Perú. Publicada en diciembre de 1946 por los poetas Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren y Sebastián Salazar Bondy, esta antología nunca fue reeditada, de modo que en los años ochenta era de muy difícil acceso: agotada en las librerías de viejo, ausente en muchas bibliotecas y en los currículos universitarios, La poesía contemporánea del Perú ejercía desde su invisibilidad un magisterio que no tuvieron otras antologías más asequibles e incluso más generosas. No sabría decir con exactitud por qué, pero en aquellos años de toque de queda, apagones y asonadas terroristas, la poesía estaba viviendo un momento de crisis y era necesario abrir nuevos caminos. La restauración romántica que significó Hora Zero no era una salida viable; era necesario un proceso de absorción cultural, de apertura a otros lenguajes, de relectura de nuestra propia tradición. El descentramiento social que vivía el país tuvo (y sigue teniendo) su dramático correlato en el descentramiento del sujeto de escritura poética, quien ya no podía reconocerse en la figura de un autor único y reconocible, sino en las de varios que hicieron usufructo de las más diversas tradiciones, experiencias y lenguajes; de allí la voracidad con la que los jóvenes poetas leyeron la poesía peruana desde Vallejo hasta los poetas del grupo Sagrada Familia. ¿En qué tradición inscribirse?, ¿en qué autores reconocerse? Estas preguntas fueron planteadas por todos aquellos que asumieron con seriedad su incipiente actividad literaria. Las antologías que entonces estaban a la mano (señaladamente la de Salazar Bondy con Alejandro Romualdo, la de Manuel Scorza y la de Alberto Escobar1) mostraban un panorama muy rico y abierto, pues cumplían con ofrecer una revisión crítica y una propuesta de lectura, pero La poesía contemporánea del Perú seguía siendo citada, comentada y ansiosamente buscada. Se trataba de un punto de referencia que era necesario considerar, pues sus autores eran personalidades literarias que admirábamos, pero eran inalcanzables: Eielson era, junto con Westphalen, el poeta peruano más reconocido, pero residía en Italia; Sologuren vivía recluido en su soledad y había abandonado su legendaria labor de editor de la Rama Florida; Salazar Bondy, de quien habíamos leído Lima la horrible en la escuela y de quien sabíamos de memoria su “Testamento ológrafo”, había muerto cuando éramos niños.

¿En qué tradición se reconocían estos poetas que ocupaban un lugar indiscutible en nuestro gusto literario? La respuesta me ha llegado treinta años más tarde con la edición facsimilar de La poesía contemporánea del Perú, ahora disponible gracias a la devoción de Ricardo Silva-Santisteban, director de la colección “La fuente escondida” de la Biblioteca Abraham Valdelomar, y de la investigadora y crítica española, Inmaculada Lergo Martín, autora del brillante prólogo donde analiza al detalle “la composición, características, implicaciones y circunstancias” de esta antología (Lergo Martín, p. XII). La primera sorpresa es que los poetas antologados son solamente ocho (José María Eguren, César Vallejo, Martín Adán, Emilio Adolfo Westphalen, Xavier Abril, los hermanos Enrique y Ricardo Peña Barrenechea y Carlos Oquendo de Amat) y que cada uno de ellos está presentado por uno de los antologadores. No estamos, pues, ante un panorama (ocho poetas no componen un panorama), sino ante un deliberado deseo de legitimar un lenguaje que entonces era visto con desdén por aquellos que practicaban una...

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