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  • Epistolario de Pilar de Zubiaurre (1906-1970) ed. by Iker González-Allende
  • Enric Bou
Epistolario de Pilar de Zubiaurre (1906-1970)
Tamesis, 2014
Editado por Iker González-Allende

Para aprender que la correspondencia epistolar era “uno de los principales medios en el que se basaba el funcionamiento de la cultura en el primer tercio del siglo XX” (7) no hace falta leer este libro. Sí hace falta leerlo para aprender sobre, profundizar en el conocimiento de, una agitadora cultural, escritora a ratos, figura singular en la cultura española de principios del siglo XX y protagonista de páginas menos conocidas de la aventura del exilio. Pilar de Zubiaurre (Garai, Bizkaia, 1884—Ciudad de México, 1970) mantuvo una intensa relación epistolar desde principios del siglo XX, que continuó con más ahínco durante su exilio en México, país en el que residió durante treinta años. El libro es un excelente testimonio de esta actividad. El papel que adoptó Zubiaurre antes de la guerra fue singular en la cultura de la época. Una de sus actividades fue organizar reuniones a las que invitaba algunos de los principales artistas y figuras literarias españolas del momento. También tuvo un papel destacado en la fundación y desarrollo del Lyceum Club Femenino de Madrid, una asociación cultural de mujeres que presidió María de Maeztu (quien en una carta le ruega que reconsidere su decisión de dimitir).

En opinión de Francisco J. Díaz de Castro la publicación a lo largo de los años noventa de muchos epistolarios de un grupo de personajes relacionados con la llamada “generación del 27,” constituía la “autobiografía del 27.” Esta autobiografía se ha ido ampliando gracias a empresas como el “Proyecto Epístol@” impulsado por José García Velasco desde la Residencia de Estudiantes, un proyecto dirigido por José Carlos Mainer. También por una continuo goteo de contribuciones como la presente. Muy pronto algún estudioso tendrá que cuidar una antología generosa de estos epistolarios. Sería un proyecto semejante al que se hizo con la correspondencia de Marcel Proust. Los 21 volúmenes de la edición de Philip Kolb, se redujeron a un magnífico único volumen antológico al cuidado de Françoise Leriche, que incluye incluso cartas inéditas.

El volumen abre con una introducción, informativa y pertinente, acerca de la autora y con un bien construido resumen de opiniones críticas sobre la epistolaridad. La lectura de una carta nos hace tomar conciencia de las condiciones que apuntó Janet Gurkin Altman en su estudio Epistolarity: “To write a letter is to map one’s coordinates—temporal, spatial, emotional, intellectual—in order to tell someone elsewhere is located at a particular time and how far one has travelled since the last writing. Reference points on that map are particular to the shared world of writer and addressee: underlying the epistolary dialogue are common memories and often common [End Page 293] experiences that take place between the letters” (119). En efecto, la carta es un asunto entre dos personas, lectores privados, y para ellos la carta tiene una finalidad muy clara: a través del diálogo epistolar se establece el “mapa” personal e intelectual, y el progreso entre la comunicación anterior y la presente. Es, para el gusto de los pragmatistas, un texto que corresponde a una situación comunicativa cambiante, en la cual domina el diálogo construido a partir de formas de monólogo, y que exige una determinada actitud por parte de quien lo escribe y lo lee, por lo menos en una primera lectura. Es una situación ciertamente especial. Claudio Guillén ha presentado la carta como un diálogo a medias: una parte de la conversación con un amigo ausente. La situación epistolar, por otra parte, tiene un carácter equívoco que Vincent Kaufman ha definido con exactitud: conduce a los límites con la escritura poética, intentando comunicar, pero sin lograrlo, escribiendo largas series de cartas que intentan vencer esa dificultad.

El editor de este volumen es un...

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