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  • La ideología artística del Desengaño quinto (o La inocencia castigada) de María de Zayas
  • José M. Hidalgo

La inocencia castigada de María de Zayas, el Desengaño quinto dentro de su colección Desengaños amorosos (1647),1 narra el desacertado y sufrido destino que la joven doña Inés padece a manos de su esposo, hermano y cuñada: el emparedamiento. Este desengaño denuncia la injusta situación social que padecieron algunas mujeres, y les advierte de los peligros a los que están expuestas, y que pueden proceder de miembros conyugales y sanguíneos. Dentro de este mensaje de concienciación social y moral, el análisis de los tratados De pictura y De statua de Leon Battista Alberti desvela los mitos de Narciso, y Apolo y Dafne. La presencia encubierta de estas dos ficciones mitológicas en La inocencia castigada propicia explorar a su vez el mito ovidiano de Pigmalión. El rastreo de estas tres narraciones mitológicas cobra un propósito en La inocencia castigada, pues todas comparten un fondo artístico que recuerda la importancia del sentido óptico y su incapacidad examinadora para escrutar la realidad.

Este trabajo estudia esta tríada mítica y las implicaciones artísticas que derivan de examinar el mundo físico mediante el sentido ocular. La revelación de estos tres mitos ovidianos en La inocencia castigada proporciona un mensaje adicional al hasta ahora expuesto por la crítica. La historia inhumana de doña Inés ofrece un alegato contra el atropello desmedido hacia la mujer. Asimismo, y bajo esta reivindicación social femenina-feminista, el texto encierra una conceptualización humanística de las disciplinas artísticas de la pintura y la escultura mediante los mitos de Narciso, y Apolo y Dafne. La presencia de la ficción mitológica de Pigmalión en ligazón con las dos anteriores genera un mensaje de cautela sobre la inhabilidad enjuiciadora del sentido óptico. Este mensaje aparece en la figura de una doña Inés invidente y el hincapié que se hace a dicha invidencia. Por lo tanto, este desengaño expone el castigo que sufre doña Inés y que demanda una ecuanimidad judicial y social; y posibilita [End Page 131] una interpretación que responde a la inquietud cultural y epistemológica del individuo del Barroco.

María de Zayas expone al principio del Prólogo de las Novelas amorosas y ejemplares (1637) su entrada en el ámbito literario, y la sorpresa que esta incursión en el mundo de las letras provocará a un lector masculino. A posteriori, señala, mediante el color de dos metales, oro y bronce, la insuficiencia del sentido visual para diferenciar la calidad de las obras, bien sean compuestas por el género masculino o femenino: “Porque hasta que los escritos se gozan en las letras de plomo, no tienen valor cierto, por ser tan fáciles de engañar los sentidos, que la fragilidad de la vista suele pasar por oro macizo lo que a la luz del fuego es solamente un pedazo de bronce afeitado” (159). La autora es consciente del papel que desempeña la vista a la hora de comprobar, mediante la lectura, el mérito de una obra. Este interés de María de Zayas por la habilidad analizadora del sentido óptico importa en relación con el Barroco y el desengaño La inocencia castigada. Mediante el empleo de los mitos mencionados anteriormente se urde una preocupación por la visión cuando se cuestiona una aparente realidad sensible y artística, una tendencia característica de este período.

Elizabeth Rhodes propone leer los Desengaños amorosos dentro de una poética barroca para así entender mejor sus patrones textuales e ideológicos: “If we engage the interpretative codes and skills that Zayas’s first readers had at their disposition to disentangle the Desengaños, and if we familiarize ourselves with the book’s intertexts which they knew well, that order becomes apparent and Zayas is free to do more with the competing discourses of baroque Spain than describe them” (9). En...

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