La novela Shopping de Gloria Lenardón

Como ha señalado sobre esta novela Alicia Kozameh en una entrevista inédita, en Shopping se percibe “el ahogo que uno vive temiendo, el círculo cerrado que es necesario atravesar para lograr escaparle con desesperación, el dolor en los ojos abiertos y sobre la piel, el dolor de los golpes y de las cegueras que distribuye la luz total, el marco ineludible, el exhibicionismo, el endiosamiento y una danza que no llega a ser macabra, no al menos como la hemos concebido hasta ahora, se combinan en esta novela de Lenardón. Parece su único propósito indicarnos la natural aceptación de la falta de sentido, o la inconsciencia frente a la falta de sentido, el vivir sin saber, el no vivir, la búsqueda constante que no especifica razones. Todo en presencia simultánea sobre un escenario de circo futuro, que no hace más que remitirnos a un cierto presente, probablemente insostenible. Todo poblado por el dominio de la ambigüedad, de lo oblicuo, de lo incongruente”.

Así, en esta nueva novela de Gloria Lenardón, Shopping, la autora plantea las diferentes situaciones a las que se enfrenta el personaje principal, una mujer que, en su afán de encontrar(se) y adaptarse a un espacio propio, termina por caer en el círculo distorsionado de su propia realidad. Su rutina es actualizada bajo el desorden teatral de un centro comercial al que acude gente de todo tipo, y que muestra en su comportamiento el mecanismo globalizado del consumismo. De igual modo, la falta de pensamiento colectivo se suma al caos, reflejo de un sistema opresivo típico de la sociedad contemporánea capitalizada. De este modo los perímetros de un centro comercial se convierten en un espacio tomado por la violencia figurada de bonetes, rollers, retratistas, malabaristas, así como de toda clase de vendedores, artistas y guardias, los cuales se pelean por ese espacio con el fin de asistir a un espectáculo de la posmodernidad. Asimismo, comparten locales, galerías y escenarios, sumiéndose gustosos en el caos que ofrece su entorno. Estos diferentes tipos humanos, con una energía centralizada en básicamente “no hacer nada”, provocan una especie de circo urbano que promete captar la atención del más pasivo de los lectores. Shopping es un ritual del desorden, y este ritual, sin embargo, no constituye algo gratuito, ya que su trayectoria puede ejecutarse y desecharse simultáneamente por sus propios actores. La novela sugiere un compromiso intelectual de autorreflexión colectiva. Es como si, a través del enfoque de una cámara fotográfica, toda la amalgama psicológica de los integrantes de una gran ciudad quedaran al descubierto. Aquí aparecen los signos abyectos de la sociedad inscritos en el microcosmos de un centro comercial y aun en el acto mismo del “shopping”. Esta conducta se refleja en personajes estrambóticos, en las proyecciones falsas de euforia entre compradores, en el enfrentamiento de cuerpos que luchan por el espacio, así como en la mercancía exhibida bajo el reflejo de luces exageradas. En fin, todo resulta en un espectáculo que aparece exacerbado por el nacimiento de un bebé en pleno centro comercial, y el cual promete ser un símbolo comercializado del objeto de fetiche.

A la protagonista de Shopping que, por cierto, carece de nombre propio, la vamos conociendo por medio de su alter ego, una gata llamada Lola. Su existencia funciona paralelamente o yuxtapuesta a la de la gata, la cual se convierte en el eje metonímico de la narración. En esa búsqueda empecinada de la mujer por encontrarse a sí misma atendemos tanto al estado anímico de la protagonista como al de la gata. Este factor caótico afecta tanto las salidas de la mujer del espacio privado de su casa como sus entradas a él, en el cual el felino comparte el mundo interior de la protagonista. Para ella no existe división entre el mundo externo...