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Reviewed by:
  • Narco-Epics: A Global Aesthetics of Sobriety by Hermann Herlinghaus
  • Gabriela Polit Dueñas
Herlinghaus, Hermann. Narco-Epics: A Global Aesthetics of Sobriety. New York: Bloomsbury, 2013. x + 258 pp.

La lectura de un libro cercano a nuestros intereses temáticos y teóricos se vuelve el tortuoso camino en el que descubrimos que su autor ha dicho todo y nos deja sin nada nuevo que decir; o que lo que dice no nos seduce; o que dice algo que nos inspira a mirar el objeto de interés compartido desde una perspectiva distinta. La lectura del reciente libro de Hermann Herlinghaus fue un recorrido donde salieron a mi encuentro todas estas posibilidades.

La primera pregunta que surge al ver la tabla de contenidos de Narco-Epics es qué pueden tener en común obras tan disímiles como las que aborda el autor, escritas en registros históricos, políticos y geográficos tan diferentes. La categoría narcotráfico no es suficiente para mirar bajo un mismo lente obras que no pertenecen a una misma época: Narco-Epics empieza en los años sesenta con Diario de un narcotraficante, de Ángelo Nacaveva, y termina con obras publicadas a inicios del siglo XXI. Tampoco comparten una circunstancia: el Culiacán de Nacaveva poco o nada tiene en común con la Bolivia oriental de Tito Gutiérrez, con la Bogotá de Laura Restrepo, el Medellín de Alonso Salazar, o incluso, con el mismo norte de México retratado en los libros de Roberto Bolaño y Eduardo Antonio Parra. Las diferencias no se terminan ahí: cada uno de estos autores pertenece a tradiciones literarias distintas; cada uno tiene un proyecto artístico que obedece a demandas de su propio campo cultural; y, políticamente, las obras de ficción intervienen en esas realidades y las representan de una manera muy distinta a las obras de no ficción (el libro de Nacaveva y el de Salazar son buenos ejemplos). Reconocer esas diferencias requiere analizar las formas concretas en que la guerra contra las drogas afecta a cada país y admitir que las manifestaciones artísticas de cada región (me refiero a regiones dentro de los países) revelan los problemas locales de maneras únicas y contrastables.

La lectura de Narco-Epics demanda una pregunta distinta; el libro de Herlinghaus es un acercamiento cuya fortaleza está en el análisis de obras que representan el narcotráfico, pero su énfasis está en la mirada hacia la relación de poder entre el [End Page 383] Norte y el Sur globales. Para Herlinghaus, el narcotráfico es un síntoma másde la modernidad fallida, o de una modernidad desigual. Es un síntoma que ha perpetuado estereotipos, que ha reforzado la idea del “Otro” y que ha permitido ese “provincianismo” de Occidente de pensarse igual a sí mismo. Pero es un síntoma que ha sido poco explorado, y sus efectos no han sido objeto de suficientes reflexiones teóricas. Por eso su trabajo sobre las obras que representan el narcotráfico sirve para pensar la guerra contra las drogas como otro límite de la modernidad y, sobre todo, del neoliberalismo. En este sentido, aunque desde una perspectiva muy distinta, Herlinghaus presenta un argumento que se puede relacionar con el de Ileana Rodríguez en Liberalism and its Limits: Crime and Terror in Latin America (2009).

El autor ahonda las ideas que desarrolló en su último libro, Violence without Guilt: Ethical Narratives from the Global South (2010); Walter Benjamin es nuevamente el eje que articula sus ideas y la preocupación por las narrativas del narco continúa en el centro de su interés teórico. En este caso, sin embargo, Herlinghaus nos lleva al campo de una reflexión estética y sus argumentos giran en torno a la noción benjaminiana de sobriety (sobriedad). El crítico abre una puerta a lecturas no tradicionales de algunas narrativas que representan la culpa y el miedo, los afectos que, segúnél, Occidente proyecta en el Sur global cuando aparecen los temas vinculados al fenómeno del narcotráfico.

Esta vez Herlinghaus toma...

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