Abstract

Americans spend much of their lives on highways, yet few understand the complex geographies behind their development. Politics, scale, and geographical imagination are indelibly intertwined in the process of boosting and building roads. In recent years, geographers have encouraged research on past mobilities, including road space. This article discusses efforts to link the Great Lakes and Florida through West Virginia and southwestern Virginia during the 1920s, a transitional period in the history of road development when the numbered U.S. Highway System replaced historic-scenic named trails. Southern West Virginia and southwestern Virginia are often considered remote and isolated, but they were viewed as essential links in the Great Lakes-to-Florida Highway and the Cleveland-Marietta-Asheville-Florida Highway.

Abstract

Los estadounidenses gastan gran parte de sus vidas en las carreteras, pero pocos entienden las complejas geografías detrás de su desarrollo. La política, la escala, y la imaginación geográfica están indeleblemente entrelazadas en el proceso de potenciación y construcción de carreteras. En los últimos años, los geógrafos han fomentado la investigación sobre movilidades pasadas, incluyendo el espacio vial. Este artículo aborda los esfuerzos para vincular los Grandes Lagos y Florida a través de West Virginia y el suroeste de Virginia durante la década de 1920, un período de transición en la historia del desarrollo de carreteras cuando el Sistema de Autopistas de los EE.UU. numeradas reemplazó los caminos histórico-escénicos nombrados. El sur de West Virginia y el suroeste de Virginia a menudo se consideran como remotos y aislados, pero éstos fueron vistos como un enlace esencial en la autopista de los Great Lakes a Florida y la autopista Cleveland-Marietta-Asheville-Florida.

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