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Reviewed by:
  • Nuevos hispanismos. Para una crítica del lenguaje dominante ed. by Julio Ortega
  • José Luis Venegas
Ortega, Julio, ed. Nuevos hispanismos. Para una crítica del lenguaje dominante. Madrid: Iberoamericana/Vervuert, 2012. 412 pp.

Nuevos hispanismos se enmarca dentro de una serie editorial que bajo el mismo rubro propone repensar las fronteras tradicionales de la crítica literaria y cultural dentro del ámbito del hispanismo. La “Noticia” con la que el editor, Julio Ortega, abre el volumen enfatiza la orientación interdisciplinar y transatlántica de esta línea de pensamiento. Ortega plantea la “geotextualidad cultural atlántica” y el “algoritmo barroco” como matrices teóricas que permiten transcender fronteras nacionales y elevar la reflexión literaria y cultural por encima de centros y periferias (9). Al realizar esta propuesta, aboga por un “descentramiento” cuya formulación recuerda las observaciones de Carlos Fuentes en La nueva novela hispanoamericana (1969) y Geografía de la novela (1993). Al igual que Fuentes, Ortega plantea una aproximación “policéntrica” a la producción cultural, pero sin cuestionar los límites de esta crítica eminentemente post-estructuralista desde una perspectiva hispánica. En concreto, se obvia que la celebración de la hibridez y el desborde de centros y periferias eclipsa y en última instancia disuelve la especificidad de aquellas posiciones culturales que intentan manifestar el desplazamiento y la marginalización dentro de un mundo cada vez más globalizado. Del mismo modo, no se problematiza el incómodo paralelismo entre el descentramiento “geotextual” y la lógica del capitalismo tardío, que también está regida por el desdoblamiento radical de signos y valores. [End Page 243]

Los demás capítulos se organizan en cuatro secciones que cubren un amplio espectro teórico y crítico en el que a veces se pierde de vista el horizonte transatlántico al que apunta el editor en su nota introductoria. En la primera sección, “Lenguaje y escritura en la comunidad transhispánica”, encontramos ensayos sobre temas tan diversos como la literatura tradicional española, el plagio y el pastiche como mecanismos creativos y la “blogoficción”. Son los capítulos que abren y cierran esta sección los que desarrollan con mayor éxito el esbozo introductorio de Ortega. En el primero, “Mobile Mappings y las literaturas sin residencia fija”, Ottmar Ette aboga por una orientación posmoderna del hispanismo mediante el cruce constante de fronteras nacionales, lingüísticas y disciplinarias. Ette propone una sugerente poética del movimiento que nos invita a prestar atención a los deslindes, contactos, interferencias e intercambios entre cánones nacionales. No obstante, no se alerta al lector de que este abandono de lo local puede debilitar la capacidad crítica del hispanismo ante los procesos de globalización, precisamente porque esos procesos son los que se toman como modelo para la re-estructuración del campo. Según Ette, “nuestra era de la red exige conceptos científicos móviles” así como una “terminología basada en el movimiento” (31). En el capítulo que clausura esta sección, “El algoritmo barroco”, Ortega también defiende un paradigma crítico fundamentado en el diálogo y el intercambio cultural entre las dos orillas del Atlántico. El autor presenta el lenguaje español como el sujeto histórico que ha permitido y materializado este diálogo. Al destacar la índole híbrida del castellano, Ortega crítica acertadamente la “ortodoxia” y el “autoritarismo” que pretenden enraizar la lengua en un sistema fijo de valores. Sin embargo, esta aproximación puramente lingüística y culturalista, a pesar de su valiosa celebración de la “apertura y la novedad de un principio de articulaciones” (133), encubre las cicatrices históricas que han condicionado el intercambio cultural transatlántico desde la conquista hasta nuestros días. Como nos recuerda Emmanuel Levinas, filósofo que Ortega menciona en su capítulo, la diferencia no siempre es una invitación al diálogo o un ingrediente que deba acabar unívocamente en “espacios inclusivos” como el mestizaje o la hibridez (143). En su afán por subvertir los “lenguajes dominantes” a los que hace referencia el título...

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