In lieu of an abstract, here is a brief excerpt of the content:

  • Colectivo anónimo y axioma social en Centroamérica: Mr. Políticus, de Ramón Fonseca Mora y “El pueblo de los seres taciturnos,” de Isabel Garma
  • Humberto López Cruz

La literatura, como consecuencia del período que representa culturalmente, proyecta a mayor o menor escala los cambios sociales y políticos que pudieran asociarse con la región que intenta reflejar. Se ha comentado que dos transiciones, de la dictadura a la democracia y de la literatura a los estudios culturales, no coinciden durante la misma época (Levinson 5). La posibilidad de un neoliberalismo latinoamericano ha sancionado, sin proponérselo, la aglutinación del poder en manos de pocos. Tanto el control como la resistencia al mismo tiempo aparecen tras una fachada de desconocimiento que sugieren una inexistencia social; no obstante, están muy presentes en la cotidianidad del conglomerado humano de la región. Una lectura comparativa entre la novela del panameño Ramón Fonseca Mora, Mr. Políticus, y el cuento de la guatemalteca Isabel Garma, “El pueblo de los seres taciturnos,” podría ilustrar que la desarticulación de una preponderancia gubernamental se emplaza en una autocracia absolutista y, a su vez, en la resistencia anónima que eclosiona ante el poder. Por una parte, el beneficio del individuo, sin asumir una postura que lo identifique, pero tras una evidente imagen totalitarista, se impone ante la necesidad de la Nación; por otra, quien se oponga a la arenga oficial puede perder la consciencia de sí mismo al haberse desprendido los eslabones de su autenticidad, entiéndase una amnesia temporal, que lo aparte de su realidad. A simple vista, el gobierno tiene un poder limitado; paradójicamente, lo controla todo. Al menos, así parecería que lo concibieran estos dos narradores latinoamericanos.

La última entrega de Fonseca Mora propone una subtrama donde la presencia omnímoda de un individuo se sirve de las ventajas de la globalización [End Page 23] para hacer, y deshacer, según le plazca.1 La interdependencia nacional que conlleva el término expuesto no es más que un cariz para esconder o justificar las acciones del personaje que el autor denuncia. Se ha expresado con acierto que Fonseca Mora es “un escritor que se renueva con cada nueva obra, es multitemático, siempre se supera con sus diseños narrativos, es un innovador de estilos, nos prueba que la literatura no se improvisa, que requiere de muchas lecturas y de estudios permanentes” (Ríos Torres 186–87). La citada renovación creativa abarca diversos temas que acercan a los interesados a aspectos que descuellan en el quehacer político de la república. Un factor significativo de la novela, que luego se verá también en el otro ejemplo escogido para esta nota, es que el personaje carece de un nombre por el que se le reconozca, solamente llega al lector a través del “dichoso nombrecito” (35) de Míster Políticus y de una presentación que deja bien sentada su presencia: “el hombre que pone y quita presidentes, diputados, alcaldes, gobernadores. Él mismo fue un diputado a perpetuidad hasta las últimas elecciones, cuando decidió no presentarse porque fue descubierto con los brazos hasta el codo en el tarro de los dineros estatales” (28). La oscuridad del poder carece de un significante propio que guíe al narratario hacia el individuo en cuestión; el autor parece mostrar más interés en atacar los hechos que a los múltiples actantes de un rol que simula no tener fin. Los diálogos apuntan hacia este propósito: “[e]n la política los sentimientos deben dejarse a un lado; la entorpecen, lo mismo que la ética y la moral” (56), para continuar, “[e]n política late una tensión profunda que convierte al hombre en una bestia déspota, dispuesta a aniquilar a todo aquel que se oponga a sus deseos” (82). Obsérvese que la lección moralista implicada por medio de un texto denunciatorio se dirige a un colectivo, a una capa social que, amparada por el poder, destruye la transparencia social y política que pudiera esperarse en un...

pdf

Share