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  • Relaciones burlescas de comedias áureas
  • Rafael González Cañal

La impresión de las llamadas relaciones de comedias1 supone un episodio curioso y bastante desconocido de la difusión de nuestro teatro áureo. Este tipo de impresos surgió en el último tercio del siglo XVII y alcanzó gran auge en el siglo ilustrado, sobre todo en Andalucía y, en particular, en las imprentas de Sevilla, Córdoba y Málaga.2 La publicación de estos fragmentos de obras teatrales se mantendría con fuerza hasta bien entrado el siglo siguiente. Las imprentas cordobesas de Luis Ramos y Coria (1790-1823) y de Rafael García Rodríguez (1805-1844) publicaron sendas series de hojas volanderas o pliegos sueltos (300 y 312, respectivamente), en las que se detectan todavía un 20% de relaciones extraídas de comedias del Siglo de Oro (véase Valdenebro y Cisneros 552-647).

Las relaciones consistían en pliegos sueltos de dos o cuatro hojas en los que se imprimían fragmentos o tiradas extraídas de comedias áureas que habían alcanzado cierto grado de popularidad, aunque encontramos una amplia casuística. En general, se elegían para ellas pasajes de tipo narrativo y escritos casi siempre en romance. Eran, pues, narraciones puestas en boca del galán o de la dama, de tipo retrospectivo, que contenían una información esencial para el entendimiento de la trama, y que eran perfectamente inteligibles en sí mismas por parte del público, aunque se desconociera el argumento y desenlace de la obra.3 Dichas largas tiradas en romance solían proceder de la primera jornada de las comedias y permitían además el lucimiento del actor. En muchas de ellas se percibe un estilo alambicado y conceptuoso que choca con el éxito que tuvieron entre el público más popular. La propia M. C. García de Enterría se sorprendía ante este hecho: “¿Cómo entender que un público iletrado prefiriese los conceptos alambicados de Calderón y las malas imitaciones que de él se hicieron?” (Sociedad 360). No obstante, lo mismo ocurría en el siglo anterior cuando el público de los corrales aplaudía la preciosidad formal y conceptual de muchas comedias calderonianas.

Estas relaciones impresas tienen un problema añadido de autoría. En muchos casos no aparece referencia al autor e incluso ni siquiera se reproduce [End Page 81] el título más conocido de la obra. Además, en el momento de mayor éxito comienzan a publicarse las llamadas relaciones nuevas, que no procedían de una comedia sino que eran creación original de un poeta anónimo.4

La explicación del éxito y proliferación de este tipo de impresos está en el gusto por el teatro de la sociedad sevillana y en la prohibición de las representaciones de comedias en dicha ciudad desde 1679 hasta 1767, salvo excepciones esporádicas.5 Lo mismo ocurre en otras localidades andaluzas como Córdoba o Málaga. Es lógico pensar que estas relaciones, aparte de ser utilizadas para la lectura individual, fueran destinadas para ser leídas y representadas en las tertulias y reuniones sociales de las casas nobles. Podemos citar un testimonio, eso sí tardío, de esta moda literaria procedente de las Cartas de España de Blanco White, en las que nos describe las costumbres y diversiones de las familias nobles en la Andalucía de principios del siglo XIX:

Estas consistían en cantar, bailar y frecuentemente recitar trozos de comedias del teatro antiguo español, conocidos con el nombre de relaciones. El recitar estaba considerado hasta hace poco como una buena afición en hombres y mujeres, y los que tenían esta habilidad se levantaban a petición de los reunidos para declamar, accionando al estilo de nuestra vieja escuela de oratoria, de la misma manera que otros divertían a la concurrencia tocando algún instrumento.

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También nos sirve de prueba de esta moda algunos ejemplos de las propias relaciones. En los primeros versos de la Relación nueva, jocosa, de olvidos (Sevilla, Viuda de Francisco de...

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