In lieu of an abstract, here is a brief excerpt of the content:

  • La subversiva mamacha Jael en el Cusco de El amar su propia muerte
  • Conxita Domènech

Aparte del Apologético a favor de don Luis de Góngora, la obra de Juan de Espinosa Medrano ha sido bastante olvidada por la crítica. El olvido no se debe a una escasa producción literaria, puesto que el autor compuso obras en quechua como El rapto de Proserpina, obras en castellano como El amar su propia muerte y varios sermones compilados en La novena maravilla. A lo poco que se sabe de su obra se le suma la escasa información sobre su biografía: no se posee fecha exacta de su nacimiento, no se sabe ni quiénes eran sus padres ni cuándo asistió al Seminario de San Antonio Abad, y tampoco se conoce la fecha de composición de algunas de sus obras. El apodado Lunarejo surge como una figura enigmática que ofrece pequeñas dosis de información a lo largo de su obra, pero nunca todo aquello necesario para completar una biografía detallada.

Tanto en la vida como en la obra de Espinosa Medrano se aúnan elementos del mundo andino y elementos del mundo español. Nacido en un ambiente indio o mestizo y como lengua materna el quechua, rápidamente pasa a instruirse en un colegio donde su propio idioma se sustituye por el castellano, por el latín y por el griego.1 No deja de escribir en quechua, pero a esta lengua se le añaden otras que le permiten adquirir cierta fama en la Península Ibérica. En El amar su propia muerte esta conjunción aparece en abundancia, y no sólo en los componentes andinos y españoles de la obra, sino también en la mezcla de escenas bíblicas y escenas de la comedia nueva. A un personaje perteneciente al capítulo cuarto del “Libro de los Jueces”, como puede ser Barac, se le une un gracioso que parece sacado de una obra de Félix Lope de Vega. A un objeto [End Page 131] simbólico como el clavo de Jael se le agrega un pequeño retrato que recuerda La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca.

En el capítulo de Hidden Messages dedicado a Juan de Espinosa Medrano, Raquel Chang-Rodríguez se aventura por primera y única vez a desenmascarar en esta historia bíblica la crítica que hace el Lunarejo al caótico sistema colonial andino del siglo xvii. Se basa, por un lado, en el azogue, descubierto en las minas de Huancavelica cerca de Cusco, y por otro lado, en la corrupción judicial al relacionar un oidor con una cabra con barba. No obstante, Laura Bass observa que el estudio de Raquel Chang-Rodríguez es simplista, y que en vez de enfocarse en lo local debería profundizar en el universalismo de la obra. Sin negar la propuesta de Laura Bass, quien conecta El amar su propia muerte con los dramas de honor, con las comedias de enredo, con los auto sacramentales, con las comedias de santos y con los entremeses, seguiré con los elementos andinos de la obra iniciados por Raquel Chang-Rodríguez. No pretendo tomar bandos; y consciente de los diversos elementos del teatro peninsular de la época que aparecen en la obra, incluyo otros elementos coloniales no mencionados anteriormente. El amar su propia muerte se convierte, así, en una obra universalmente andina.

Después de un breve resumen, examinaré los aspectos andinos no analizados previamente. Empezaré con el terremoto que tuvo lugar en el Cusco de 1650, y que Espinosa Medrano inserta en El amar su propia muerte. Con la incorporación del seísmo, el dramaturgo desplaza la acción del Oriente Próximo a Cusco, y no sólo ofrece un lugar determinado, también hace patente una fecha concreta, la del terremoto. La inclusión del terremoto desenmascara una defensa americanista, que se une a la gran estima que el dramaturgo poseía de su comunidad, integrada básicamente por indígenas. Por ello, Espinosa Medrano cambia los protagonistas, y los hebreos...

pdf

Share