Abstract

Aunque gran parte de la conversación critica que rodea la película Camino (2008) de Javier Fesser se centra en la representación controvertida de la organización católica Opus Dei, Fesser logra superar este debate religioso con su insistencia en re-imaginar los límites del cuerpo y del espíritu. Este artículo analiza la forma en que la yuxtaposición estilística de escenas quirúrgicas y fantasías infantiles produce una nueva sensación documental, a pesar de que la película se sitúa en el género de la ficción. Por lo tanto, Camino nos ofrece un comentario sobre la distancia entre lo visible y lo invisible, lo mundano y lo inalcanzable. Dirigiendo nuestra atención hacia el cuerpo cada vez mas deteriorado de la protagonista, Fesser enfatiza la materialidad del cuerpo enfermo y la forma en que la mortificación corporal secular puede permitir el acceso a un nuevo tipo de transcendencia.

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