University of Pittsburgh Press
Reviewed by:
Gustavo Pérez Firmat . My Own Private Cuba: Essays on Cuban Literature and Culture. Boulder, Colo.: Society of Spanish and Spanish-American Studies, 1999. 251 pp.

Desde la introducción misma, incluso desde el título, My Own Private Cuba, el nuevo libro de ensayos de Gustavo Pérez Firmat no niega su carácter subversivo contra las expectativas creadas por el ensayo dentro de la academia norte-americana a la cual el profesor y ensayista pertenece. La vocación deconstructora que rige el libro festivamente se nota en el formato seguido por los ensayos que establecen un juego de inversión de la metodología tradicional del trabajo investigativo norteamericano. Sabemos que la correcta documentación, el estudio exhaustivo de las fuentes, el dominio de las previas investigaciones sobre el asunto, la calidad de la bibliografía utilizada son elementos que deben formar parte de un "buen" ensayo. Todo esto lo podrá encontrar el lector en las notas, es decir, en la posición marginal. En el texto central se privilegia un lenguaje gozoso que discurre sin atarse a citas o pruebas, sino creando a la vez un tipo de argumentación que discutiremos en sus líneas generales en los párrafos que siguen.

La estructura del libro responde a dos partes. La primera es un conjunto de ensayos que básicamente reproduce con cierta actualización de los recogidos bajo el título The Cuban Condition en el año 1989. La segunda, explica el autor, se compone de "essays that anticipated, extend and modify the arguments of that book" (6). La analogía que Firmat establece entre este continuo explorar el tema de la literatura y la cultura cubana (que por supuesto tiene en cuenta sus obras más colindantes con la autobiografía o el testimonio como Life on the Hyphen (1994) o Next Year in Cuba (1995) con el trabajo del cartógrafo de Borges en "El Hacedor," que termina identificando su nunca acabado mapa [End Page 202] con la imagen de su rostro, ilumina aun más para el público el costado personal de estas disquisiciones. Este aspecto íntimo, parte de su identidad, y por lo tanto inevitable, de la ensayística de Firmat actúa como una suerte de lava demoledora de los sólidos y profundos fundamentos teóricos de sus investigaciones, algo que no deja trazo de los mismos, que sin negarlos los transforma, los deglute, en el ya reconocido canibalismo de la literatura cubana.

No puedo dejar de recordar a Michel Foucault y su conceptualización del "autor" cuando leo en Firmat las consecuencias del "magisterio" de Jorge Mañach. Ni puedo evitar a Jacques Derrida y a Mijail Batjin cuando leo los juegos de palabras, a la manera de las "coco-connections" que establece Firmat. Pero sé que no estoy frente al desplazamiento derridiano ni a la heteroglosia que celebra Batjin, sino más cerca, mucho más cerca, de la improvisación, del exaltado juego con el ingenio y el humor que caracterizan al decir cubano desde la decimonónica décima, hasta la oratoria de nuestros líderes de ayer a hoy, de allá y de acá, y que atraviesa con su sexismo desde el teatro vernáculo hasta los chistes de Pepito. Esta práctica del pensamiento preñado de una risa inteligente que borra toda pretensión de conclusividad fue, no lo olvidemos, el primer ejercicio de independencia intelectual de los cubanos en la metrópolis, cuando desde las tablas del bufo se comenzó a abuchear a los españoles. Retomarlo es un ejercicio de continuidad con la búsqueda de un modo independiente de repensar nuestra identidad.

En cuanto a la composición, hay que decir del libro que su estilo no es original, lo cual por supuesto debe ser tomado como un elogio. El autor, en su capacidad para la absorción creativa puede, al referirse a los escritores que discute, recrear sus estilos en una suerte de pastiche de su propia voz de analista con aquellas que trata de explorar, facilitando así al lector el entendimiento de los mecanismo más íntimos de pensamiento que crearon las obras objeto de estudio. Así vemos usar constantemente el choteo a lo Mañach en las aventuras etimológicas de Firmat en busca de una nueva forma de nombrar una concepto, pero sobre todo el contrapunteo a lo Ortiz, cuando trata de comparar procesos históricos culturales.

La contraposición entre lo objetivo y lo subjetivo es parte constitutiva del estilo de Firmat, su búsqueda "privada" de esa "nuestra expresión" que él distingue y celebra en los trabajos seminales de la cultura cubana discutidos en su libro. Sólo sería necesario reparar en el epígrafe de Bola Nieve que abre estas páginas "Yo soy la canción que canto" para saber que Firmat escribe bajo el deseo de lograr aquello que ocurría cuando Bola se sentaba frente al piano: una interpretación, a la vez que una estilización, de eso que ha dado en llamarse "lo cubano." [End Page 203]

Madeline Cámara
University of South Florida

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