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  • ¿Complejos o acomplejados?: Del Guacarock de la Malinche a Alármala de Tos, Botellita de Jerez y la metáfora de lo colonial
  • Guadalupe Caro Cocotle (bio)

“Si lo mexicano es naco y lo mexicano es chido entonces verdad de Dios todo lo naco es chido.”

Gucarock de la Maliche

Las botellas contienen, delimitan y conservan las propiedades de una determinada sustancia o materia; su diseño, textura, color o ingeniería las diferencia unas de otras: las hay para contener aceite, alcohol, agua, arena de colores, agua carbonatada y el ya tan conocido refresco de cola. Pero también las hay destinadas a contener mensajes de distinta naturaleza. Un tiburón es el cartero perfecto para entregar un misterioso mensaje en el mar; el mensaje se encuentra contenido en una botella de vidrio la cual presenta rasgos que hacen suponer que ha estado en el salitre durante algún tiempo. Su forma y su textura sugieren que anteriormente en su interior había albergado champaña. Esta botella es el primer indicio de un misterioso mensaje que poco a poco se develará en la novela de Julio Verne Los hijos del Capitán Grant. Si el mensaje es importante y se constituye en un elemento clave para la trama, la botella misma nos invita como lectores y potenciales receptores del mensaje a pensar en las posibilidades del contenido, en el propio espacio que la botella como objeto mismo puede albergar. ¿Cuáles son las posibilidades que encierra y contiene?, ¿podría una botella [End Page 149] contener un mensaje en forma de sonido? Y si así fuera ¿qué tipo de botella sería, cuáles serían sus características y estarían éstas relacionadas con el mensaje sonoro? La posible respuesta se encuentra en la música de la banda de rock mexicano Botellita de Jerez.

Partiendo del supuesto que la música provee medios a través de los cuales los individuos reconocen identidades y lugares y negocian los límites que los separan entre unos y otros, en este trabajo se analiza la propuesta musical del grupo de rock mexicano Botellita de Jerez, considerada como una de las bandas que más impacto tuvo en su tiempo y en grupos musicales de generaciones posteriores como Café Tacuba, La Lupita y La Maldita Vecindad entre muchas otras. La propuesta musical de Botellita de Jerez, desafiante, crítica, lúdica y catártica, funciona como tal a partir del uso de toda una serie de metáforas culturales sobre la identidad nacional mexicana desde una perspectiva presente/actualizada, pasada/la historia nacional y futura/imaginada, donde el lenguaje musical del rock es la vía para suscitar en el escucha una potencial identificación individual y colectiva.

Un concierto o toquín de Botellita de Jerez termina casi siempre con un ritual: la gente grita, canta y se emociona. Sobre el escenario, los tres integrantes originales de la banda lucen una especie de penachos de cartulina sobre sus cabezas y se mofan describiéndose en el presente como “Botellita de Vinagre” dada su edad cercana o pasada a los 50 años. La batería y los dos amplificadores más grandes que se encuentran sobre el escenario están decorados con peluche rosa y verde fosforescente. “El mastuerzo”—baterista de la banda—sostiene el ritmo, mientras los otros dos integrantes, “el uyuyuy” y el “currucucú,” saludan con su guitarra y bajo eléctricos en mano a los cuatro elementos (tierra, aire, agua y fuego) haciéndolos coincidir con los cuatro puntos cardinales. Sobre sus tobillos se colocan un juego de conchas—al estilo de los danzantes denominados como concheros que bailan a un costado de la Catedral Metropolitana en la Ciudad de México—y al ritmo de una danza de concheros, emulan a los danzantes de manera paródica con sonajas en sus manos. Posteriormente, ante la petición del público, toman sendos caracoles para hacerlos sonar; no lo logran, y lo único que obtienen son sonidos ríspidos y desentonados. Ante tal intento fallido, olvidan los caracoles y toman dos grandes botellas de cerveza, de esa denominada como caguama y cuya botella de vidrio...

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