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  • Ausencia y ambivalencia en una acción ritual: Indios que celebran a San Esteban en Sumamao (Santiago del Estero, Argentina)
  • María G. Lugones (bio) and Mario Rufer (bio)

La imagen del San Esteban santiagueño es un bulto de madera pintada, de unos 50 centímetros de altura, que representa a un hombre adulto, de tez clara, ojos y cabello oscuros—al igual que las cejas—, de nariz angosta, labios finos y cuello esbelto. La figura está vestida con una túnica o hábito sin mangas, vestidura amplia, cerrada por el cuello, sujeta por ceñidores y larga hasta los talones, que no deja ver las manos. Este hábito religioso, que proviene según la tradición católica, de la indumentaria de los cristianos de los primeros siglos, suele estar compuesto por la túnica más un manto o capa. El hábito—tal el nombre de la prenda que los “prometidos al santo” usan en ocasión de las celebraciones rituales—que viste a San Esteban está sujeto al cuello por una cinta. Este traje es de color rojo, típico de los mártires; las cintas que ornamentan el hábito son doradas, color que suele ser empleado en los trajes para las fiestas católicas más solemnes. Las piezas que visten la imagen de San Esteban Chico no siempre son las mismas, aunque mantengan los colores y el común denominador de un hábito largo, sobre el cual, en ocasiones, lleva una especie de capa abierta por delante.1

La imagen del santo (Fig. 1) se encuentra invariable-mente dentro de una hornacina de madera montada sobre angarillas. Esta hornacina, coronada en medio punto, está ornamentada con flores de vivos colores, de tela o papel, [End Page 121] según las ocasiones. Predominan los colores rojo, amarillo, fucsia, en una tira compuesta por estas flores y también por hojas verdes. La altura aproximada de la hornacina es de 70 centímetros y su ancho, circa 50 centímetros. A los pies y por delante del santo, también invariablemente montado sobre las andas, hay un cofre de madera pintado de rojo, cuya tapa abisagrada y con cerradura y candado tiene una hendidura en el plano horizontal donde los fieles introducen limosnas. En la parte inferior del frente de este cofre, de 30 centímetros de ancho, 15 de altura y 20 centímetros de profundidad, hay una pequeña chapa metálica apaisada, en la que se ha escrito con un punzón y a mano “... para San Esteban.”


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Fig. 1.

Imagen de San Esteban (Chico). 2012. Foto por Federico Lavezzo.

Estamos describiendo la forma externa, material y observable de este santo santiagueño, sin ninguna pretensión de análisis del lenguaje formal utilizado en su realización. La consideramos una imagen aurática en términos benjaminianos y, por ende, resultaría impertinente su estudio formal. Si nos referimos a continuación a los “atributos” no es en pos de un análisis iconográfico ni iconológico, sino para exponer que esta imagen—que representaría a San Esteban Mártir—no porta los atributos tradicionalmente asignados al primer mártir cristiano (una piedra, la palma del martirio y las vestiduras diaconales, llamadas dalmáticas). Es decir, los elementos que convencionalmente identificarían al protomártir, no los tiene este San Esteban.2 Sin embargo, su “día,” como dicen sus fieles santiagueños, es el 26 de diciembre—marcado convencionalmente en el santoral católico como el de San Esteban Mártir.

Ese día tiene su clímax un proceso de celebraciones rituales, que comienzan habitualmente cada 19 o 20 de diciembre en el poblado de Maco, en la capilla donde el santo reside la mayor parte del año—emplazada en un terreno de la familia Juárez (los “dueños del Santo”). Los festejos continúan hasta la llegada del santo en procesión a Sumamao—según la costumbre, antes de la Nochebuena—y se extienden hasta el 27/28 de diciembre en la procesión que lo lleva de regreso a su capilla...

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