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Reviewed by:
  • Urban Chroniclers in Modern Latin America: The Shared Intimacy of Everyday Life by Viviane Mahieux
  • Fernando J. Rosenberg
Keywords

Chronicle, Modernism, Modernity, Avant-Garde, Periodicals, Intellectuals, Latin America, City Life

Viviane Mahieux. Urban Chroniclers in Modern Latin America: The Shared Intimacy of Everyday Life. Austin: U of Texas P, 2011. 248 pp.

El libro de Viviane Mahieux sobre la crónica periodística en el período de las vanguardias históricas tiene la virtud de expandir al mismo tiempo la caracterización tradicional del género y el corpus de las vanguardias latinoamericanas. Desde la introducción y el capítulo 1, la crónica se constituye a la vez como un modo de producción de trabajo intelectual remunerado y como una forma de lectura de la cotidianidad urbana. La crónica, sostiene Mahieux, permite articular nuevos roles intelectuales que flexibilizan formaciones de clase y género heredadas. Se trata de una práctica de escritura híbrida que, sin el espíritu antagónico ni programático atribuido a las vanguardias a las que la crónica [End Page 101] se superpone temporalmente, reordena la relación histórica entre intelectual, por un lado, y público, nación e industria cultural, por el otro.

Dado que la crónica circula masivamente y está sujeta a prácticas de lectura propias (diferentes a las del libro), Mahieux se pregunta cuál es su público y cuáles son las alianzas que se establecen entre escritura y lectura. A diferencia de los modernistas, los/as autores/as que estudia el libro no establecen una relación antagónica con el aspecto profesional de la escritura. La práctica de la crónica les sirve para consolidar su propia personalidad de escritor/a frente al público. Tampoco padecen de una reacción nostálgica frente a la democratización de la escritura ni frente a su carácter efímero. No obstante, hay una cierta ansiedad epocal marcada por la creciente circulación masiva del periódico y por el rechazo hacia la percibida feminización del público (con el cual estas crónicas tienen una relación dialógica). Con respecto a esto último, la cuestión de género no se limita en el libro al análisis de escritoras mujeres, sino que es, desde el principio, parte de un debate más amplio sobre las condiciones de producción cultural.

Mahieux propone la categoría de “intelectual accesible”, basada en una lectura heterodoxa de Gramsci y de ciertos aspectos de de Certeau y Benjamin. El resultado es una reformulación de la figura del “intelectual orgánico” con un cariz más diletante. El argumento esgrimido aquí es que esto concuerda con la condición urbana y moderna de la crónica. Es decir, si estos proyectos intelectuales tienen algo de orgánico no es en el sentido gramsciano, sino que se trata de un entusiasmo por las contradicciones mismas de la modernidad periférica capitalista—y no por su posible superación. De hecho, se podría decir que la modernidad de la crónica, según Mahieux, responde a la aceptación y hasta a la promoción de las condiciones de producción y circulación cultural que implicó, por un lado, el crecimiento de las ciudades y, por el otro, la creciente importancia de tecnologías de comunicación y reproducción masiva (diario, cine, radio, fotografía) y de los medios de transporte. Así, la primera sección del libro está marcada por lo que la autora llama “lectura optimista” (21), con la cual, llevada por la necesidad de demostrar el valor de su objeto de estudio, la autora parece compartir el entusiasmo por los signos del progreso. Este problema se diluye a medida que avanza el libro. En el análisis de cada caso estudiado se cuestiona el carácter “accesible” del intelectual y se interroga a las crónicas no solo sobre el lugar de los escritores, sino también sobre las prácticas de circulación y lectura que estas crónicas promovieron acorde con estilos de vida y condiciones sociales cambiantes.

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