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EL MUNDO SECRETO DEL SECUESTRO ASCANIO CAVALLO He dudado mucho acerca de la oportunidad de este artículo. Desde luego, no está en la línea de los otros que he escrito para este suplemento —los actores del canon del cine— e incursiona en un campo —el cine chileno— donde hay especialistas numerosos. Además, es probable que, de no ser por razones académicas, no habría accedido a un conocimiento más detallado del tema. Por si todo ello no bastara, el objeto es la obra de un cineasta cuyas películas, con un par de excepciones semiclandestinas, no han sido sunca exhibidas en salas comerciales y en el mejor de los casos habrá llegado a un par de miles de espectadores. Sin embargo, cuando se trata de un corpus de seis largometrajes terminados, un volumen que pocos cineastas chilenos han alcanzado, hay derecho a pensar que este anonimato es ya no solamente deliberado, sino parte constitutiva del proyecto fílmico. Y no sé si Cristian Sánchez ha tenido razón al optar por tan excesiva opacidad; pero puedo imaginar que sus películas serían recibidas con la misma perplejidad (o incomprensión) con que la última de ellas, Cautiveriofeliz, pasó por los festivales de Valdivia y Viña del Mar. Después de todo, los festivales sufren la misma mixtura de público despierto y obtuso que puede producirse en la sala de cualquier malí, aun cuando sus organizadores tengan la usual generosidad de programar películas como las de Sánchez. El mundo de Sánchez es tan extraño como Chile; y quizás ese rasgo lo hace especialmente opaco para muchos chilenos. De otra manera: la extrañeza—en sentido brechtiano— con que su cine nos observa funciona como si un espejo se nos aparecierabruscamente enfrente, desconcertándonos y obligándonos a un momento de reflexión. Ese instante de perplejidad, prolongado y desmenuzado durante más de una hora y media por cada cinta, constituye el centro de su programa fílmico. En sus películas ocurren cosas comunes con un casi imperceptible aire de locura, y ocurren cosas demenciales con aire de perfecta normalidad: los diálogos se pronuncian sin énfasis, como conversaciones caseras, y a menudo se enredan en las tautologías, los implícitos y las amenazas no dichas que son típicas del habla local; por ejemplo, cuando un personaje de Los deseos concebidos pregunta a otro© 2006-2007 NUEVO TEXTO CRITICO Vol. XIX-XX No. 37-40 292______________________________________________ASCANIO CAVALLO por una niña, los parlamentos producen una espiral de significados ocultos: —¿Por qué? ¿Tenis algún problema? —No, te preguntaba nomás. —Ah, no, te digo yo nomás. —¿Por qué? —No. Porque si tú me decís eso. . . Además, yo estaba por cerrar ya. Los actores son usualmente no profesionales y se parecen a la gente más corriente: el gran icono del cine de Sánchez (y especialmente de sus primeras películas, Vías paralelas, El zapato chino y Los deseos concebidos) es Andrés Quintana, un proyeccionista de cine dotado de usa singular fotogenia y de una inaudita capacidad para comunicar la demencia de la vida cotidiana. Los decorados son comunes, gastados, a veces decrépitos. Las riñas son a la chilena, es decir, amasijos confusos de patadas, revolcones y manotazos. La única batalla que aparece en Cautiveriofeliz es tan tosca, que más parece un tableaux vivant que un esfuerzo de reconstrucción. Se trata de películas que, a pesar —o en virtud— de la sencillez de sus recursos, transmiten con intensidad algunas de las angustias más profundas e inexpresadas del Chile contemporáneo.¿Cine político, antropológico, estético? No tengo ninguna simpatía por las interpretaciones políticas del cine. Ni siquiera por las sociales. Pero sería un despropósito, cuando no una tergiversación, obviar el contexto del que el cine de Cristian Sánchez ha obtenido sus principales motivaciones. Las películas que filmó durante los años del régimen militar están cargadas de un clima de paranoia y peligro físico, que podría entenderse en conexi ón...

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