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EL OTRO CAUTIVERIO A propósito de Cautiveriofeliz PABLO MARIN —¿En qué medida te planteaste la película como una recreación histórica? —Cautiverio feliz no es una recreación histórica en el sentido del cine convencional, de época. No obstante el filme está documentado etno-históricamente , es decir que hay una reconstrucción precisa de objetos domésticos, armas, utensilios y sobre todo de ciertas convenciones valóricas propias de una sociedad señorial, de moral aristocrática, en el sentido bataillano de la noción de lujo, de lo que significan los gastos improductivos en una sociedad de economía medieval. Esta moral aristocrática era compartida, en cierto modo, por la sociedad guerrera de los reche, mapuche antiguos y por los hispano-criollos como condición de la época pero también por transferencias culturales, puesto que existía ya un importante roce o intercambio fronterizo que, como la guerra, generó, desde un comienzo, un mestizaje cultural. La economía de la maloca (malón) y el rechazo al trabajo era un punto en común en ambas sociedades. Pero a diferencia de los hispano-criollos que fundaban su desarrollo económico a expensas de una fuerza cautiva que les producía riqueza, los reche no creían en la acumulación sino en la inmediata dilapidación de los bienes. Era una sociedad soberana, de hombres libres, no sometidos a leyes sino a pactos que dependían de vínculos con determinados linajes de enorme poder local. Sentían aversión, repugnancia hacia las prácticas de la esclavitud que destruyen toda soberanía y consecuentemente amaban la voluntad de poder que se expresa en el acto guerrero del que expone su vida y llega a perderla como expresión máxima de esa soberanía. Mi idea de Cautiverio feliz, mi apropiación, tiene que ver con desatar esas fuerzas de que estuvieron en la historia pero que permanecieron estancadas o fueron suprimidas por el triunfo de una civilización que reemplazó la soberanía por la dominación y hoy día por el control. Pero lo extraordinario de la historia es que no está acabada, es un proceso y no un fósil, y permite actualizar potenciales desde el presente, de modo que el pasado pueda actuar sobre el presente y no sea una expresión periclitada, un mero testimonio inerte.© 2006-2007 NUEVO TEXTO CRITICO Vol. XIX-XX No. 37-40 270__________________________________________________PABLO MARÍN Y sobre todo "nada de baratillo medieval" como dijo Robert Bresson a propósito de su Proceso de Juana de Arco. Es decir, ninguna concesión al cine como espectáculo. —Qué criterios empleaste para dejar lo que dejaste en la adaptación y omitir, por ejemplo, los poemas de Núñez de Pineda o las lluvias torrenciales que describe? —Los poemas de Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán son agregados retóricos propios de la actitud culterana y barroca de la obra y la época, pero que nada expresan del acontecimiento fundamental que es su cautiverio. Acontecimiento que lo lleva a comprender tardíamente la experiencia vivida como un intenso devenir indígena. Y ese es, precisamente, el carácter de todo devenir, engendrar, o conectarse con fuerzas desconocidas para entrar en un proceso de desconocimiento, de abismamiento que reclama el eclipsamiento del ser como identidad fija. Para mí, el sujeto, Francisco, está desplazado de sí mismo, es parte de una serie de fuerzas con las cuales hace máquina. Es lo que le permite devenir otro, devenir indígena. Las diferencias climáticas hubieran destruido la unidad de la obra que, no olvidemos, es fílmica, es decir una composición de imágenes-tiempo puras. El Cautiverio original empieza en otoño, sigue en invierno y alcanza la primavera. No sólo la lluvia hubiese sido un error porque hubiese impedido la composición de luces y colores, sino también los cambios en las tonalidades del paisaje hubiesen complotado contra el principio de unificación espacial. Preferí insistir en la unidad plástica y lumínica del verano porque además el itinerario del cautivo lo obliga a transitar...

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