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Reviewed by:
  • El Jefe Máximo
  • Alfonso González
Solares, Ignacio . El Jefe Máximo. México, DF: Alfaguara, 2011. Pp. 226. ISBN 978-607-11-1141-8.

Ignacio Solares, novelista, dramaturgo, cuentista, ensayista y editor, acaba de publicar lo que a primera vista pareciera una adaptación novelesca de su obra de teatro del mismo título, El Jefe Máximo (1991). Sin embargo, la novela (2011) es mucho más completa en el sentido que examina la vida de este personaje desde múltiples puntos de vista, así como la turbulenta vida política mexicana de los años 20 y 30, y nos permite conocer de una manera más íntima la personalidad de este individuo y su impacto en la fundación del México moderno. El Jefe Máximo no es otro que Plutarco Elías Calles, fundador del PRM, en la actualidad el PRI, partido cuyo candidato era nombrado y controlado por él y que, de una manera u otra, ganaba siempre las elecciones. El mecanismo diseñado por Calles tuvo una efectividad impresionante durante los siguientes setenta y un años. Sin ser una democracia en el sentido estricto de la palabra, este partido según algunos comentaristas, fue el responsable de crear un país próspero, al que llamaban el milagro de Latinoamérica.

Al igual que en varias otras novelas de Solares, el lector encontrará humor, ironía, introspección, sentimientos de culpabilidad, espiritismo y mucha intertextualidad con un trasfondo histórico impresionante. A diferencia de sus otras obras, esta novela está impregnada de fragmentos de memorias, biografías, cartas y artículos periodísticos que reconstruyen la trayectoria de Calles en la creación del maximato y del ocaso del hombre y la trascendencia del partido, lo que demuestra una extensa investigación por parte del autor. Frases atribuidas a Calles y Obregón conforman los títulos de los 16 capítulos. Otra novedad es que Solares, antes, había desarrollado figuras heroicas como Madero y Felipe Ángeles, pero ahora se ocupa de presentar a un antihéroe de la historia mexicana: Plutarco Elías Calles.

Los dos epígrafes del principio sugieren el meollo de la novela: "La política, amigo, es una cloaca: siempre lo ha sido" (Plutarco Elías Calles) y "Todos parecíamos los perros del Jefe Máximo, y ladrábamos a su gusto" (Gonzalo N. Santos, sicario de Calles). El primer epígrafe, de Calles, revela el estado de la política mexicana de su época; el segundo, de Santos, sugiere la cruenta represión contra los opositores de Calles: Santos asesinaba indiscriminadamente a los manifestantes de la oposición.

La novela, impregnada de una ironía impactante, se abre con una escena escalofriante en un trasfondo emblemático del patriotismo mexicano. En el Castillo de Chapultepec, Calles y Obregón identifican los cadáveres desfigurados de trece supuestos opositores para asegurarse de que han sido eliminados. Se comportan como si estuvieran revisando documentos o fotografías. Al ver el cadáver de su amigo Serrano, Obregón exclama: "¡Ah, qué feo te dejaron, Pancho!", y añade: "No te quejes de que no te di tu cuelga, en el mero día de San Francisco" (17). Estas palabras le causan risa al lector, pero luego este, al reflexionar, se da cuenta que no hay nada de chistoso en ellas.

Aparentemente, durante los veinte Obregón y Calles se turnaban en el poder. La novela hace hincapié en que, aunque débil, había una oposición abierta a Obregón. Sin embargo, la oposición a Calles era poco conocida y dada la trayectoria de Calles por alcanzar el poder, no es una sorpresa que la crítica contra él viniera después de su muerte. La complicidad de Calles en el asesinato de Obregón, explícita en el reporte del forense que examinó el cadáver de Obregón, no se hizo pública sino posteriormente a la muerte de El Jefe Máximo en 1947. La historia oficial nos informa que el supuesto asesino, un "fanático" religioso llamado León Toral, disparó cinco veces sobre Obregón...

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