Abstract

Miguel de Cervantes presenta en su Novela del celoso extremeño la infeliz relación amorosa del viejo Felipo Carrizales con la joven Leonora. El desprecio que Carrizales siente por las mujeres después de su etapa de juventud y el proceso de amoldamiento de Leonora rememoran el mito de Pigmalión. La novela emplea este mito para advertir sobre la inhabilidad del sentido visual como medio para destapar la ejemplaridad poética de la novela y, a partir de aquí, teoriza acerca de la falacia que el mundo sensible de una pieza literaria encierra. La inhabilidad de Carrizales para discernir la verdad en el fingido adulterio de Leonora con Loaysa avisa al lector sobre la incapacidad del sentido visual para enjuiciar la realidad que uno lee. A su vez, la novela evoca el mito de Narciso mediante la transformación de Carrizales en estatua de mármol cuando encuentra a Leonora y Loaysa en el aposento de la dueña, y después, con los repetidos encuentros faciales entre Carrizales y Leonora. La inclusión de la leyenda de Narciso apoya la proposición que el mito de Pigmalión plantea acerca del engaño del sentido ocular. Así, pues, la Novela del celoso extremeño muestra un ejemplo que avisa al lector sobre la interpretación cuidadosa de su mundo sensible, y le instruye a desconfiar del sentido ocular a la hora de destapar su ejemplaridad poética.

pdf

Share