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  • La cámara y el cálamo: ansiedades cinematográficas en la narrativa hispánica de vanguardia
  • Susan Larson
La cámara y el cálamo: ansiedades cinematográficas en la narrativa hispánica de vanguardia. Iberoamericana, 2010. Por Gustavo Nanclares.

La aceptación del cine en la sociedad y cultura modernas en el primer tercio del siglo XX provocó una honda transformación en el mundo del arte. Para quiénes, desde la vanguardia, escribían en prosa española, el séptimo arte posibilitó desde 1926 un amplio y ambicioso movimiento intelectual que tendría su fin en 1931. En agosto de este año, Ernesto Giménez Caballero publicó, en su columna “El Robinson Literario de España” de La Gaceta Literaria su pérdida de entusiasmo ante la propuesta de crear un libro gráfico-visual. “En España—yo no sé si a los demás—pero en uno va despertándose una ansia feroz de desnudez, de simplicidad, de poesía directa, de asesinato de la imagen.”

Gustavo Nanclares señala en su libro La cámara y el cálamo cómo aquel híbrido logo-visual tuvo breve vida por cuanto que

quisieron hacer cine con la pluma y la palabra. Con tales premisas, su proyecto narrativo estaba abocado al fracaso…. Giraron durante unos pocos años atados a la rueda de fuego de una escritura que se pretendía innovadora pero que al cabo no satisfizo ni a autores ni a lectores, para ir al fin abandonando progresivamente la estética vanguardista, en género narrativo e incluso, en algún caso, la literatura misma.

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Frente a la duda sobre cómo definir la prosa de vanguardia, Nanclares promete en su introducción recurrir a Pérez Firmat quien en su libro de 1982 Idle Fictions proponía valorar dicho tipo de novela no en función de sus características estéticas, sino por medio de la delimitación temporal y espacial de un corpus de unas treinta novelas que aparecieron publicadas en España y México entre 1926 y 1931 en las colecciones “Novo Novorum,” “Ulyses” y “Valores Actuales.” A pesar de esto, Nanclares escribe sobre una serie de cuentos del mismo período que salieron en revistas como Revista de Occidente, La Gaceta Literaria y otras, abriendo bastante el campo de una manera importante a la inclusión de otros textos imprescindibles.

La cámara y el cálamo está dividido en seis capítulos. El primero ofrece un panorama general de los efectos del cine sobre el campo de la producción cultural española en los años veinte y su recepción—una recepción cambiante y compleja—por parte de los narradores de vanguardia. El segundo estudia los procedimientos del montaje y el découpage cinematográficos en textos como “Cuadrante. Noveliode” (1926) de Gerardo Diego, La rueca del aire (1930) de José Martínez Sotomayor y varias obras de Antonio Espina, buscando en ellos los principios articuladores de la nueva narrativa, así como la presencia en ella de una estética visual. El tercero se centra en la influencia del lenguaje corporal, especialmente el del rostro, en las obras Estación. Ida y vuelta (1930) de Rosa Chacel, “Datos para una solución” de Ernesto Giménez Caballero, “Erika para el invierno” de Francisco Ayala [End Page 214] (1930) además de una variedad de ensayos críticos de la época sobre el tema de la expresión corporal y la cultura visual moderna. En el cuarto—quizás el más ambicioso y original—se interesa por la presencia de lo onírico en obras como el cuento “Parálisis” de Jaime Torres Bodet (1928) y Tres mujeres más Equis (1930) de Felipe Ximénez de Sandoval. El último capítulo tiene una doble función. Por un lado, ocuparse de la crisis existencial de los personajes cuando tienen la sensación de ser meras apariencias espectrales en las figuras mudas de luz y sombra de la pantalla. Por otro lado, plantea una polémica breve de lo que nombra “la nueva mirada masculina condicionada por los...

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