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EL ESPACIO DOMÉSTICO COMO ESPACIO ÉPICO EN LA VIDA DE MIGUEL DE CASTRO por Javier Irigoyen-García University of Pennsylvania LA Vida de Miguel de Castro1 no vio la luz hasta que el bibliófilo Paz y Melia la publicó en su edición de 1900, más tarde reeditada en 1949 e incluida por José María de Cossío en su antología de Autobiografía de soldados. Por todos ellos está considerada dentro del género de “biografías de soldados”. Pero al mismo tiempo, con la excepción de Serrano y Sanz, que considera a Miguel de Castro como “prototipo del miles gloriosus” (130), todos los críticos de esta obra recalcan su falta de ejemplaridad en el marco del género. Como señala Cossío en su edición, “ni su vida, ni su carácter, autorizan para presentar a Miguel de Castro como figura representativa del soldado español aventurero de Italia. En su relato pesan mucho más los acaeceres privados, la relación de sus tretas y amoríos, que la actividad propiamente militar” (xxvi). El modelo es, como todos consideran unánimamente, el Discurso de mi vida del Capit án Alonso de Contreras, con quien todos los comentaristas lo comparan y que se presenta como el modelo central a partir del cual se ha caracterizado el género de “biografías de soldados”. Acumulador tanto de hazañas bélicas como canallescas, mujeriego, pendenciero y corsario, Alonso de Contreras recorrió prácticamente todos los frentes del imperio español a principios del siglo XVII: el Mediterráneo, Flandes y América, sin olvidar las “fronteras interiores ” de la Península, participando en el problema morisco, internándose como ermitaño en los yermos de Aragón o procurando favores y encomiendas en la Corte. Cosechó un enorme éxito, y prueba de ello es su amistad con Lope de Vega, quien le dedicó una de sus comedias, El rey sin reino. Nada más opuesto a Miguel de Castro, quien apenas tiene en común con él el hecho 21 de haber sido soldado y contar su propia vida. En el aspecto bélico, sólo participa como un soldado anónimo, a menudo aquejado de cierta empatía con el enemigo. En el mejor de los casos, la descripción neutra de los hechos militares aparece sólo como referencia a batallas o a operaciones de corso que él sólo conoce de oídas. En contraste, toda su atención se concentra en sus relaciones sentimentales , mayoritariamente con prostitutas, sobre todo la que mantiene en Nápoles con la cortesana española Luisa de Sandoval, que ocupa unas tres quintas partes del texto. Y, sin embargo, a pesar de la presencia constante y obsesiva de Luisa de Sandoval, resulta difícil afirmar que sea ella el auténtico objeto de la escritura y que nos encontremos ante un relato sentimental al uso. O al menos, Luisa de Sandoval no es tanto el objeto de la escritura en la medida en que lo es el espacio que media entre ellos. Como afirma él mismo en varias ocasiones, todo su empeño reside en buscar la forma de escapar de casa de su amo, el capitán Francisco de Cañas, para acudir a casa de la cortesana toledana: No me pareció muy buena aquella manera de salir, porque padecía gran detrimento y trabajo aquella noche pasada, y para continuallo era cosa muy contra mi salud y muy peligrosa, y ansí jamás pensaba sino en cómo podría salir fuera, y que fuese con menos daño; pero a no hallar otro modo, no dejara de usar aquél, aunque más peligroso fuera , y con más daño, porque a trueque de ir a dormir con la señora, cualquiera, por peligroso y dañoso que fuera, aunque conoscidamente aventurase la vida, lo tenía por menos daño y de más gusto (546) todo el día se pasaba en pensar cómo hallar modo más fácil y menos peligroso (548) porque en todo el día y la noche...

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