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  • Biografía heroica y concepto de nobleza en Amadís de Gaula y otros libros de caballerías
  • José Julio Martín Romero

Garci Rodríguez de Montalvo reescribió los viejos libros de aventuras de Amadís de Gaula en la última década del siglo XV con notable éxito editorial, según se revela en la enorme cantidad de reediciones de la obra, así como en sus continuaciones e imitaciones (Lucía Megías; Eisenberg y Marín Pina). El éxito de este libro puede sorprender en una época en la que en el resto de Europa ya había pasado la moda de la ficción artúrica (Cacho Blecua, “Los cuatro libros de Amadís de Gaula” 95), en unos años en los que la sociedad vivía importantes cambios y en los que el propio concepto de nobleza se veía puesto en tela de juicio.

Es precisamente durante el siglo XV cuando el debate sobre la nobleza alcanza en los reinos hispánicos su punto culminante (Pérez de Tudela Velasco 815), lo cual puede explicar en parte el éxito de la obra de Rodríguez [End Page 231] de Montalvo.1 En este sentido, coincido con la opinión de María del Pilar Carceller Cerviño, quien señaló la relevancia que cobró el tema caballeresco en esta época a causa de la “polémica relación que la institución caballeresca tenía con la nobleza” (“Nobleza cortesana” 252). Este debate no fue sino un reflejo más de la confrontación entre nobleza y monarquía tan bien estudiada por Marie-Claude Gerbet, confrontación en la que se intentó definir precisamente los conceptos de nobleza y caballería –y la relación entre ellos– atendiendo a los intereses respectivos de cada grupo.

En el presente estudio se va a analizar el concepto de nobleza que se propone en Amadís de Gaula, imprescindible para una cabal comprensión tanto de esta obra como de sus continuaciones e imitaciones. Este análisis permitirá además señalar las diferencias entre el modelo y las otras obras del género, y explicar su éxito. Me centraré para ello en Amadís de Gaula, en Florisando de Ruy Páez de Ribera (1510, la primera continuación de la saga amadisiana; véase María Aurora García Ruiz) y en Palmerín de Olivia (1511, la primera imitación de la obra de Rodríguez de Montalvo).2

Previamente se hace necesario ofrecer unas nociones relativas al debate sobre nobleza y caballería. En esos últimos años de la Edad Media, se situaban, por un lado, aquellos que seguían defendiendo el linaje como fundamento de la nobleza, de manera que sólo aquel que pertenecía a una estirpe noble era considerado como tal; así la antigua aristocracia pretendía situarse por encima de los recién ennoblecidos. Por otro lado, estaban aquellos que seguían las ideas de Bartolo de Sassoferrato (1313–1357). Este jurista italiano proponía que el origen del estado nobiliario era el príncipe o regente, que lo concedía. La monarquía defendía esta postura con el fin de controlar el acceso al estado noble.

En esta pugna, las ideas de Sassoferrato fueron calando cada vez más hondo. [End Page 232] Su propuesta de que la nobleza era una distinción que otorgaba el príncipe –en Castilla, el rey– a un determinado plebeyo y el que dicha distinción se extendiera sólo a unas cuantas generaciones no gustaba a la vieja nobleza castellana, que veía sus privilegios puestos en duda e identificados con los de otros grupos nobiliarios de creación más reciente. La propuesta de Sassoferrato, en cambio, resultaba especialmente útil a la monarquía. En definitiva, se establecieron dos posturas fundamentales: la de aquellos que defendían que la nobleza era un asunto de linaje y la de quienes la consideraban concesión regia en virtud de unos méritos.

¿Cuál de estas posturas se propone en los libros de caballerías? Los tres títulos caballerescos en los que centro este estudio siguen...

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