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Reviewed by:
  • Cuban Fiestas
  • Jorge Camacho
Roberto González Echevarría. Cuban Fiestas. New Haven: Yale UP, 2010. 376 pp. + 21 illus.

Hoy día muchos libros se dedican a analizar un rasgo específico de una cultura. La mayoría son libros escritos por antropólogos o historiadores culturales que explican a través de diversas fuentes, la evolución de un rasgo nacional y la importancia que este tiene para el país. Los mejores ejemplos no son aquellos que únicamente lucen convincentes, sino que dejan abierto el camino para que otros lo sigan. El libro Cuban fiestas, de González Echavarría puede considerarse uno de ellos. En él se hace la historia de la “fiesta” cubana desde los tiempos coloniales hasta el presente, con erudición, estilo y sobre todo pasión. Desde el inicio, el autor nos alerta que este no es un libro tradicional, que el “archivo” no será la única forma de historiar la fiesta cubana, y que por eso, las memorias, y la biografía familiar del autor también formarán parte de esta narración. En este ensayo González Echevarría define la fiesta como “a compelling event in which people or characters or people representing characters appear in circumstances in which they reveal themselves dramatically. The fiesta is theatrical by its very nature” (18). Y cualquiera que esté familiarizado con el tema, reconocerá en esta definición dos libros clásicos en la materia, Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba, de [End Page 408] Fernando Ortiz y El laberinto de la soledad de Octavio Paz. Uno y otro se apoyan en un fuerte contenido antropológico, ya sea negro o indígena, aunque el libro de Echevarría no habla únicamente de la fiesta desde el punto de vista identitario, sino en tanto esta se ve reflejada en la narrativa, el arte y el cine de la Isla. Desde este punto de vista, si bien su libro busca hallar un substrato psicológico detrás de la festividad, este será también un análisis de la forma en que ésta trasciende el lugar mundano, para conectarse con lo sagrado. De ahí las referencias en su ensayo a Durkheim, Bajtín, Freud y Huizinga cuyas ideas le sirven para darle orden y sentido al caos.

En su libro, González Echevarría comienza analizando las representaciones de las fiestas entre los escritores y pintores costumbristas del siglo XIX, y después, en aquellos que surgieron en los años de la vanguardia y pasaron luego a formar parte de la literatura del boom y del postboom: Carpentier, Lezama, Cabrera Infante, Sarduy. A esta lista, agrega otros, ensayistas y escritores posteriores como el mismo Ortiz, Mañach y Daína Chaviano. El centro de estas representaciones siempre serán los negros, sus bailes, su música, y sus comparsas, ya que como dice Echevarría, “el componente africano es lo que hace la fiesta cubana” (4). Aun así, la fiesta cubana comparte rasgos con otras “fiestas,” que le otorgan a este rasgo de la cultura su carácter universal. Entre estas características están la conciencia de la vida y la muerte, el vínculo con el cosmos y lo sagrado, y su capacidad de subvertir la política—o ser un instrumento de ella—, que en el caso de Cuba es un elemento esencial que no se debe olvidar. De una forma u otra, estas características se repetirán a lo largo del ensayo, ya sea para ilustrar los libros que interpreta el autor, o para mostrar su presencia en su vida personal y en la de sus amigos. La oposición entre vida y muerte en el contexto de la fiesta, por ejemplo, aparece en la narración de la llegada de Cristóbal Colón a América, en la anécdota que poco después cuenta González Echevarría sobre la madre de William Luis en una fiesta de Nochebuena en su casa, e incluso en Paradiso, la novela de Lezama Lima, donde unas manchas en el mantel de la mesa son una especie de...

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