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  • “Señor, por holgar con el cordón no querrás gozar de Melibea”: la parodia del culto a las reliquias en la Celestina
  • Santiago López-Ríos

Los santos vivían en el espíritu del pueblo justamente como dioses.

(Johan Huizinga 246)

Este artículo propone un nuevo análisis del simbolismo del cordón de Melibea en la Celestina y estudia cómo en el tratamiento de este motivo se desliza una durísima parodia del culto cristiano a las reliquias. Aparte de desentrañar las sutilezas con las que se construye la sátira, el objetivo también consiste en contextualizar esta postura intelectual demoledoramente escéptica ante tan arraigada manifestación de la religiosidad cristiana de la Edad Media. Este trabajo se suma, en fin, a los que reivindican el trasfondo del culto a los santos y de la hagiografía en la elaboración de la Tragicomedia (Dayle Seidenspinner-Núñez; Ángel Gómez Moreno; Ryan D. Giles 63–72).

El motivo del cordón aparece en la Celestina en una escena deci-siva del acto IV. La alcahueta, atendiendo a los ruegos de Calisto de conseguirle a Melibea, ha llegado a casa de la joven con la excusa de vender un poco de hilado, untado con un aceite serpentino de presuntas propiedades mágicas. Tras intercambiar unas palabras con Alisa, la madre de Melibea, que se ausenta enseguida, Celestina y la doncella se enredan en una conversación fascinante, en la que importa, [End Page 190] ante todo, el mensaje implícito. La hechicera se demora en desvelar la razón de su visita. Cuando menciona a Calisto, la hija de Pleberio y Alisa enfurece (por lo menos, en apariencia), pero se calma con una ingeniosísima excusa inventada por Celestina: Calisto padece dolor de muelas y podría sanar con una oración a Santa Apolonia conocida por Melibea y con el cordón de ésta (es decir, su ceñidor), de virtudes milagrosas por haber tocado cuanta reliquia hay en Roma y Jerusalén:

Melibea.

¿Poco calor? Poco lo puedes llamar, pues quedaste tú viva y yo quejosa sobre tan gran atrevimiento. ¿Qué palabra podías tú querer para ese tal hombre que a mí bien me estuviese? Responde, pues dices que no has concluido, y quizá pagarás lo pasado.

Celestina.

Una oración, señora, que le dijeron que sabías de Santa Polonia para el dolor de muelas. Asimesmo tu cordón, que es fama que ha tocado todas las reliquias que hay en Roma y Jerusalem. Aquel caballero que dije, pena y muere dellas; ésta fue mi venida, pero pues en mi dicha estaba tu airada respuesta padézcase él su dolor en pago de buscar tan desdichada mensajera.1 (129)

Después de excusarse con Melibea por no haber sido más clara con su petición desde el primer momento, Celestina consigue salirse con la suya gracias a la complicidad de la joven, quien justifica su enfado por haberse puesto en peligro su honra. De las dos cosas solicitadas (el orden en la petición me parece relevante), la doncella entrega de forma inmediata (“luego”) sólo la segunda (el cordón), mientras que ruega a la alcahueta que, si es necesario, regrese, de la forma más discreta posible, al día siguiente por la oración, pues su madre está a punto de volver:

melibea.

¡Oh cuánto me pesa con la falta de mi paciencia! ¡Porque siendo él ignorante y tú inocente habés padecido las alteraciones de mi airada lengua. Pero la mucha razón me releva de culpa, la cual tu habla sospechosa causó. En pago de tu buen sufrimiento quiero cumplir tu demanda y darte luego mi cordón. Y porque para escribir la oración no habrá tiempo sin que venga mi madre, si esto no bastare, ven mañana por ella muy secretamente. (134)

La crítica celestinesca nunca ha dejado de comentar este pasaje.2 Resumiendo, podríamos decir que hay unanimidad en reconocer que el dolor de muelas de Calisto sirve como metáfora de su deseo sexual, [End Page 191] seg...

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