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LITERATURA ARGENTINA DEL SIGLO XXI: PRIMERA APROXIMACIÓN PABLO BRESCIA La argentinidad al palo… la calle más larga, el río más ancho, las minas más lindas del mundo, el dulce de leche, el gran colectivo, alpargatas, soda y alfajores, las huellas digitales, los dibujos animados, las jeringas descartables, la birome, la transfusión sanguínea, el 6 a 0 a Perú y muchas otras cosas más... la argentinidad... al palo... Bersuit Vergarabat, “La argentinidad al palo” EL VALOR DEL PORVENIR FRENTE al criterio que otorga valor literario universal a la eternidad – aquello de que “el tiempo dirá” si tal o cual texto o nombre propio perdura –, podríamos leer una muestra de la literatura argentina del siglo XXI a contrapelo de esta idea. O sea, este trabajo propone leer el ahora desde el ahora, aunque sean inevitables las referencias al pasado o al futuro literario. Las preguntas que Maximiliano Tomas se hace en el prólogo de La joven guardia: nueva narrativa argentina (2005) son pertinentes para esta reflexión: “¿Existe una nueva generación de narradores argentinos?¿Quiénes son? ¿Qué es lo que escriben?” (16). La otra antología de la que nos ocupamos, Una terraza propia: nuevas narradoras argentinas (2006), se plantea cuestiones similares pero en otro contexto: “sobrevuelan las páginas de este libro otros dos fantasmas: literatura ‘joven’ y ‘femenina’”, explica Florencia Abbate en su prólogo (11). A partir de estos libros que reúnen algunos de los integrantes de la “Generación 00” 281 o “Joven Guardia”, o como la llama Elsa Drucaroff, generación NNA, este trabajo trata de sistematizar y conceptualizar algunas características salientes de su literatura para comenzar a analizar el valor del porvenir. LOS GUARDIAS DE LA TERRAZA Para lectores y escritores, las antologías del presente forman la memoria del futuro, la cual se entreteje principalmente de dos maneras: por una parte, haciendo una selección y empezando a formar un canon basado en ciertas consideraciones (en el primer caso, autores menores de 35 años y, en el segundo, la pertenencia al género femenino) y, por otra parte, ejercitando el gusto del antólogo, un gusto más explícito y más desarrollado en Abbate que en Tomas, en tanto este último parece no contemplar la primera crítica a cualquier antología: ¿por qué estos y no otros? No es un detalle menor, además, que estas antologías apuesten por el cuento irrestricto. El cuento sale a la luz tímidamente, pero sus lectores y escritores se asemejan a una cofradía que conoce y guarda un secreto: el género bien puede representar el laboratorio de la literatura y la proa de nuevas tendencias literarias. En el prefacio de La joven guardia, Abelardo Castillo señala correctamente que el cultivo del cuento es un patrimonio importante del Río de la Plata con nombres como Lugones, Quiroga, Arlt, Borges, Cortázar, Onetti, Mujica Láinez, Bioy Casares, Walsh, Conti, Blastein (en el siglo XX, el único escritor argentino importante que no incursionó en el género fue Manuel Puig). Quizás el aporte más valioso del prefacio, que abunda en generalidades, sea la idea de que la vigencia del cuento en Latinoamérica se deba a que hay en el continente “algo fragmentario o roto, algo como un gigantesco rompecabezas que busca su dibujo, o que alguna vez lo tuvo, y cuyo espejo es el cuento” (11), en una frase que añora una supuesta unidad (moderna) perdida y que ahora sólo puede recoger sus (posmodernos) pedazos. En su prólogo, Tomas intenta delimitar los espacios en común de su generación. Los integrantes de la antología nacieron después de 1970 y no fueron formados ni por la dictadura militar de los setentas ni por la Guerra de las Malvinas y el retorno a la democracia de los ochentas. El acontecimiento preponderante en sus vidas fue la debacle económicosocial de diciembre del 2001, lo que explica en parte su actitud de des282 ROMANCE NOTES creimiento. Como dice Samantha Schwlebin en una reunión de los nuevos escritores con Tomás...

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