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RESEÑAS Skinner, Lee Joan. History Lessons: Refiguring the Nineteenth-Century Historical Novel in Spanish America. Newark, Delaware: Juan de la Cuesta, 2006, 224 pp. Basándose en la consabida relación entre historia y ficción expuesta por Hayden White a principios de los ochenta, Lee Joan Skinner explora su efecto en la construcción de una identidad nacional, aunque en ningún momento aclara el concepto de “re(con)figurar” nuestro acercamiento crítico a las novelas históricas del siglo XIX. Quizás para remediar lo que ella considera una falta de estudio crítico sobre el tema, en su introducción la autora trata de ofrecer al lector un rápido repaso de dicho género en Latinoamérica, haciendo un tedioso recuento de autores, obras y críticos. Pero el acopio de nombres obscurece el contenido, y sólo nos deja en un mar de interrogantes sobre la historia, la ficción y la ficción histórica. Si bien la inclusión de nombres como los de Anderson Imbert y Noé Jitrik habla de la antigüedad y constancia de la novela histórica, volver a estos postulados nos mantiene en un espacio “descriptivo” del que tanto debería alejarse la autora. Aunque intenta demostrar las particularidades de este género en América Latina, Skinner parece encontrar cierta dificultad en definir sin comparar. Este puede ser otro ejemplo del carácter descriptivo más que analítico de la obra, a pesar de que la autora quiera evitarlo. Es curioso que su mayor crítica al trabajo de Anderson Imbert sea el carácter descriptivo de éste, especialmente si tomamos en cuenta que para Seymour Menton la definición más apropiada de novela histórica es la del renombrado crítico argentino. Si esto nos llama la atención, la mayor falta que se observa en el libro de Skinner es que jamás nos da su propia definición de este subgénero latinoamericano. En cuanto a su división, en principio el libro presenta una estructura clara que se va perdiendo al ir avanzando páginas, cayendo en un orden similar al de Anderson Imbert: temático por fecha. Así, abre el segundo capítulo el análisis de Jicoténcal (1826), la obra anónima considerada como la primera novela histórica latinoamericana, centrándose luego en el autor yucateco Eligio Ancona . Aunque la autora no nos explica por qué toma a este escritor concreto para desarrollar su tesis, su inclusión resulta ser un buen ejemplo de las dos caras 95 de una misma realidad. Valiéndose de las novelas La cruz y la espada (1866) y Los mártires de Anahuac (1870), demuestra cómo Ancona representa de forma opuesta el episodio de la conquista. Si la primera ve la conquista como la llegada de la civilización y sus ventajas, la segunda la considera un acto brutal y violento que supuso violaciones, abusos y pérdida de bienes culturales. A pesar de esto, Skinner afirma que el proyecto de Ancona sigue siendo la (re)creaci ón de eventos históricos que pueden servir como lecciones ejemplares sobre la nación mexicana, lo cual es debatible, dado el contenido particular de cada obra en cuestión. El siguiente capítulo, dedicado al (des)orden colonial, se subdivide en otros cinco apartados sobre tres autores: el guatemalteco José Milla [Los nazarenos (1867) y El visitador (1867)], el mexicano Vicente Riva Palacio [Monja y casada, virgen y mártir (1868) y Martín Garatuza (1868)] y el argentino Vicente Fidel López [La novia del hereje (1854)]. Mediante un análisis de sus obras, Skinner sostiene que la preferencia de éstos por una ambientación colonial les sirve para defender la posibilidad de un cambio social “through negotiation and not through violent revolution” (112). Es posible que la crítica esté haciendo un intento por incluir una variedad de ejemplos de toda Latinoamérica que permita generalizaciones más acertadas. Mientras más leemos, sin embargo , más cuestionamos cuál es el criterio de selección o eliminación de autores , o por qué muchos otros escritores quedan...

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