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  • Introducción
  • Aníbal González

En el otoño del 2009, el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Yale convocó a un grupo de distinguidos autores, editores, y críticos literarios para el simposio “Más allá de la nación en la literatura y la crítica latinoamericana del siglo XXI”. Como ya anuncia el título, este encuentro estuvo dedicado a reflexionar sobre la vigencia o relevancia de la nación y lo nacional en la literatura latinoamericana de hoy. La idea para el simposio surgió, como a los críticos nos suele suceder, de nuestras lecturas. Al leer una variedad de obras de ficción en prosa latinoamericanas de la última década, nos pareció que un rasgo común que se hacía más frecuente en todas ellas era la disminución, marginación, o incluso la desaparición de ambientes, personajes y situaciones derivados de las diversas naciones latinoamericanas y, en cambio, el privilegio que se le daba en ellas a ambientes, personajes y situaciones provenientes de otras partes del globo. En novelas como la “Trilogía del Siglo XX” de Jorge Volpi—En busca de Klingsor (1999), El fin de la locura (2003) y No será la tierra (2006)—en Amphytrion (2000), del colega de Volpi, Ignacio Padilla, en los relatos de la antología McOndo (1996), en las ficciones de César Aira, Mario Bellatín, Carmen Boullosa, Roberto Bolaño, Andrés Neuman, Cristina Rivera Garza, Santiago Roncagliolo, Juan Gabriel Vásquez, y muchos otros, parece manifestarse no un simple afán de cosmopolitismo, ni mucho menos de escapismo, sino una voluntad de explorar e incorporar espacios y mentalidades alejados de la realidad nacional de los autores y no determinados por ella.

Como sus precursores del Boom de los años sesenta (y a diferencia de los autores un tanto más individualistas del posBoom) este nuevo grupo de escritores parece estarse cristalizando en torno a una visión compartida de la naturaleza y del papel de la narrativa latinoamericana en el mundo de hoy. El rasgo más distintivo de esa visión se manifiesta en el rechazo a menudo muy abierto de estos escritores de utilizar sus países de orígen, o incluso un ambiente genéricamente latinoamericano, para ambientar sus ficciones. En cambio, la acción de muchos de estos relatos tiene lugar en países como Francia, Alemania, Rusia, España y [End Page 51] los Estados Unidos, y los personajes mismos no son necesariamente latinoamericanos. Aún cuando estos autores escriben acerca de un ambiente latinoamericano reconocible—ciudades como México, DF, o Santiago de Chile, por ejemplo—les preocupan menos las cuestiones de la identidad nacional o del “color local” que el reto de representar situaciones humanas apasionantes con las cuales puedan relacionarse los lectores ajenos al ámbito latinoamericano e incluso ajenos a la lengua castellana. Es en este sentido en el que la novísima narrativa latinoamericana podría llamarse “posnacional”: el de ser una narrativa que se rehusa a ser limitada por sus orígenes nacionales y que deliberadamente busca un lugar de encuentro con otras tradiciones literarias y culturales.

Si no se trata meramente de un espejismo de la crítica, si es un fenómeno real, ¿qué implicaciones tiene este ir más allá de la nación en la literatura (y la crítica) latinoamericana? ¿Significará, como se lo ha preguntado Jorge Volpi, el fin de la literatura latinoamericana, concebida como tal? ¿Se tratará, en tiempos del bicentenario de la independencia de la mayoría de las naciones hispanoamericanas, de un gesto de escepticismo, o quizás incluso de desaliento? ¿Será un efecto de la tan denostada globalización y de un mercado literario cada vez más concentrado en pocas manos, en manos, además, foráneas? ¿O será, por el contrario, un gesto de afirmación y seguridad en sí mismos por parte de los autores y autoras de nuestro continente? Interrogantes como estas fueron motivo de las intervenciones de cada uno de los participantes del encuentro.

Lo que sigue son versiones ampliadas de cinco de las intervenciones del simposio...

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