Abstract

El escaso interés que ha mostrado la crítica por el retrato en las comedias de autoría femenina en el teatro de los Siglos de Oro contrasta con la amplitud de trabajos dedicados al estudio de la pintura en las obras de autores canónicos como Lope y Calderón. Este trabajo ofrece un estudio de las funciones que cumplen los retratos en La traición en la amistad de María de Zayas y en Valor, agravio y mujer y El Conde Partinuplés de Ana Caro en el contexto de las discusiones teóricas acerca del estatuto del retrato y sus relaciones con la literatura, con la magia y con la tradición artística en general. A pesar de que podrían pasar inadvertidos debido a su pequeñez y a la fugacidad de sus apariciones, los retratos en estas tres obras actúan como síntomas textuales, cumpliendo un papel esencial en su continuidad dramática y convirtiéndose en el espacio donde se decide el destino de los personajes.

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