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FALL2005 153 Colombia: La radiografía de un país a través de su teatro callejero. Encuentro Nacional de Teatro de Calle y Crítica Beatriz J. Rizk En medio de un nutrido público se presentaron nueve grupos de teatro callejero, o de espacios alternativos, capitalinos en el Parque Nacional de la ciudad de Bogotá, durante dos días que fueron maratónicas jornadas, complementadas por sesiones de crítica, durante el Encuentro Nacional de Teatro de Calle y Crítica que tuvo lugar del 14 al 17 del julio del 2005. Los críticos invitados fueron Carlos José Reyes, quien nos acompañó en la sesión inaugural de la crítica; Gilberto Bello, Fernando Duque Mesa, y la autora de estas líneas. El evento se inició con la obra El destino del Caminante, escrita y dirigida por CarlosAraque del grupo Vendimia Teatro que lleva 18 años en el oficio. Una parábola del camino que se remonta a la época mitológica no sólo de un pasado sino de muchos (las referencias a diferentes contextos son obvias, empezando por los griegos con el viaje de Ulises; el hispánico del que se nutre obras como A la diestra del Dios Padre y el afro con sus leyendas de los ritos de pasajes, entre otros) se convierte en un espectáculo multicolor cuya fluidez, empero, al pretender el personaje principal recorrer grandes distancias, se ve entorpecida por el estrecho espacio elegido para la representación: una especie de glorieta encubierta. Un caminante, antes de caer en las “garras” de la Lechuza (la muerte vestida de negro), tiene la opción de recurrir a cuatro puertas, tal como un pájaro Pujuy, “abridor” de caminos, se lo advierte. Una de ellas esconde al amor, en la hija de la luna o Xtabay, simbólicamente vestida de rojo y metida en una jaula florida. Las otras dos representan a la guerra, en la “última ciudad” habitada por fantasmas vestidos de blanco en la que vive “el hombre de las manos de sangre” y la riqueza interpretada por un Búho (en el carnaval casi siempre representa al diablo), apropiadamente vestido de amarillo, dispuestos los personajes en los 154 LATINAMERICAN THEATRE REVIEW cuatro puntos cardinales. Sin embargo, y de acuerdo al diálogo explícito, aunque todo parece ser un reflejo de lo que ya pasó, de lo que ya no existe (inclusive el amor), el caminante conserva la esperanza de salir adelante. No hay duda que al visitar estos “lugares de la memoria” simbólicos se está apuntando hacia la reconstrucción de una realidad en la que no sólo los estamentos del poder sino también los sistemas del significado están en crisis. Otra obra de proporciones épicas es Aterra del grupo Luz de Luna, creación colectiva, bajo la dirección de Rubén Darío Herrera. Con 18 años batallando en los espacios alternativos, en esta ocasión el colectivo abarca un proceso histórico que nos lleva desde la pre-historia al comenzar la obra con formas amorfas que salen de costales y se convierten en miembros de sociedades primitivas en las que el sentido participativo y ceremonial es fundamental, hasta su destrucción con la llegada de forasteros armados con una cruz y su consecuente erradicación y mudanza forzosa a las grandes ciudades, para cubrir el desplazamiento interno y continuo como tema primordial de gran parte del pueblo colombiano (la cifra de los desplazados actual se aproxima a los tres millones de personas). Nos enfrentamos aquí a la necesidad del pueblo de contar su propia historia que, en este caso, apunta al vasto genocidio cultural cometido por la primera instancia globalizadora en nuestro continente, con la llegada de los españoles, y culminando con la globalización actual, de signos culturales y económicos norteamericanos, y difundida sobre todo por los anestesiantes medios de comunicación. El concepto de la desterritorialización se agudiza al moverse una significativa parte de estas grandes masas poblacionales de la época pre-modernista a la globalización sin ni siquiera pasar por una etapa modernista. El cuerpo toma prioridad para expresar primero...

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