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REFLEXIONES SOBRE LA NARRATIVA VISUAL Y SU RETORICA EN LAS CANTIGAS DE SANTA MARIA Francisco Corti Universidad de Buenos Aires Uno de los factores esenciales de la magna obra de San Agustín (354-430) es la conciliación de la filosofía platónica con la fe cristiana. Dentro de este marco hace un franco alegato a favor de la elocuencia retórica greco-latina en la oratoria cristiana. En De Catcquesis Agustín sostiene que se debe aprender la retórica para ayudar al prójimo a conocer al universo y a Dios y que la catequesis implica el empleo sensato de los signos guiados por la retórica. La raíz del conocimiento cristiano está en las Sagradas Escrituras y la retórica está basada en el amor y en la capacidad de evocar. En De Doctrina especifica que "signo" es lo cjue se utiliza para significar algo distinto que Dios quiere que entienda el individuo y "signo convencional" aquello que hacen entre sí las criaturas para comunicar el movimiento de sus espíritus o lo que han sentido o comprendido (James J. Murphy 69). En el mismo tratado explica los dos principios en los que debe basarse el tratamiento de las Sagradas Escrituras: modus inveniendi y modus proferendi. Estos principios corresponden respectivamente a la inventio y a la elocutio de la retórica clásica. Para Agustín la primera es el método de descubrir los asuntos que deben ser comprendidos y la segunda, los medios de presentación de los mismos (Rita Copeland 154). Hacia el año 600 el papa Gregorio Magno envió una carta a Serenus, obispo de Marsella. En ella expresa que las imágenes pintadas son de utilidad para los iletrados, pero que también conforman una historia que contribuye a memorizar temas tratados por la Sagrada Escritura. O sea que la pintura es de acuerdo con su función, un texto que impone una lectura. No es casual que Gregorio emplea el término La corónica 34.2 (Spring, 2006): 93-111 94Francisco CortiLa corónica 34.2, 2006 legere tanto para los textos escritos cuanto para las pinturas (Mary Carnithers 222). La conjunción de las teorías agustmiaiías con la función de la imagen surgida de la carta de Gregorio, si bien no autorizan a establecer una teoría que fundamente un problema complejo como la relación textoimagen , dentro de los límites de este estudio abre la vía a una aceptable hipótesis de trabajo acerca del itinerario por el que transita la narratio pietà.1 En cuanto a la narrrativa en imágenes medieval hay que distinguir por una lado las que ilustran libros, por el otro las pinturas -murales o sobre tabla- ? las esculpidas. En muchas iglesias medievales hay imágenes fuera del alcance de la visión del hombre de la época, concebidas ad majorem gloriati! Dei. Sin embargo tanto éstas cuanto las visibles requerían en casos de formas v/o simbolismos complicados, inclusive para letrados, la presencia de un mentor que guiara al artesano-pintor o escultor ? que explicara a la feligresía desde el pulpito o frente a las historias complejas el significado de las mismas. De esta manera la oralidad deviene un elemento auxiliar de la narración pictórica. El caso de los libros es diferente. Por una parte estaban destinados a quienes sabían leer, por la otra porque a lo largo de varios siglos, en general, la ilustración se llevaba a cabo en el mismo scriptorium monástico donde habían sido escritos los textos. Había un contacto directo entre mentor y pintor ? es muy probable que en muchos casos no se requería la presencia del primero. A partir del siglo XIII surgen los talleres laicos, fuera del ámbito religioso, como por ejemplo los talleres alfonsies. En ellos se hacían trabajos por encargo, pero atentos al contenido de las ilustraciones no podemos excluir al mentor. En todos los casos expuestos no hay que excluir la experiencia propia del artesano-artista. Además en los talleres debieron circular libros similares al producido por el arquitecto picardo Villard d...

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