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Reviewed by:
  • Canibalia: canibalismo, calibanismo, antropofagia cultural y consumo en América Latina
  • José F. Buscaglia
Keywords

Carlos A. Jauregui, Jose F. Buscaglia, America latina, cannibalism, caliban, cultural cannibalism, cultural studies, cultural anthropophagy

Jáuregui, Carlos A. Canibalia: canibalismo, calibanismo, antropofagia cultural y consumo en América Latina. Madrid: Iberoamericana, 2008. 724 pp.

El libro de Carlos A. Jáuregui, que fuera Premio Casa de las Américas 2005, reescribe la historia de las ideas sobre América y el Nuevo Mundo, y hasta sobre África y la colonialidad ampliamente definida, y lo hace desde una perspectiva crítica que es todo un despliegue de destrezas, navegando la vasta geografía de lo que él llama la Canibalia. Como la historia de las ideas y del pensamiento mismo del mundo que describe, este ambicioso trabajo se niega a aceptar los límites y las condiciones prescritas de lo académico, lo disciplinario y lo ideal en la cartografía de la Otredad que tanto ha marcado el pensamiento occidental. Es también, como habría de esperarse, una suerte de tratado sobre el canibalismo en la cultura que, lejos de extinguirse en la retórica hueca, incita al juego político y a imaginar nuevas utopías contestatarias en la mejor tradición del pensamiento caribeño y latinoamericano.

El estudio tropológico de Jáuregui se centra en las relaciones intrincadas, fluidas y palimpsésticas que en el campo semántico e iconográfico guardan el canibalismo, el calibanismo y la antropofagia cultural. La extensión del trabajo acusa el impresionante mundo de referencias que este conjura, que van desde el tratado renacentista Relox de principes, de Antonio de Guevara, hasta las más recientes discusiones sobre el robo y tráfico de órganos humanos; del indio tupí aliado de los [End Page 143] franceses en su fallida conquista de las tierras australes en el siglo XVI al discurso modernista de la Antropofagia brasileña a comienzos del siglo XX; de Bartolomé de las Casas y Michel de Montaigne a George Lamming y Roberto Fernández Retamar; del primer viaje de Cristóbal Colón al mundo globalizado. El texto no propone tanto una periodización como una crítica de lo que José Lezama Lima llamó las "eras imaginarias". Jáuregui encuentra así importantes conexiones y refiguraciones de los tropos en cuestión, que entrelazan el imaginario del descubrimiento, la conquista y la colonización con los discursos identitarios de los nacionalismos criollos, y que ordenan la incestuosa genealogía entre la economía del saber y la colonialidad, apuntando a las relaciones de los conflictos étnicos y las insurgencias de siempre con los proyectos emancipatorios y anticoloniales y con los discursos identitarios y las formas renovadas del colonialismo y de la explotación en una economía de consumo globalizada.

El caníbal aparece como un signo de la anomalía, de la monstruosidad y de la alteridad que sirvió para organizar el discurso colonial, a la vez que fue también tropo cultural productor de las consabidas trampas que generan los discursos identitarios. De particular interés resulta la discusión sobre la feminización del tropo caníbal en la canibalesa y la relectura que hace el autor sobre el caníbal imaginado por Montaigne desde la melancolía. La discusión de The Tempest y la figura de Calibán es central y ocupa al menos tres capítulos de la obra. Aquí, entre otras cosas, Jáuregui es particularmente perspicaz al relacionar las utopías letradas latinoamericanas, caracterizadas por su caudal de resentimiento y de terror, con los discursos críticos del Caribe francófono y angloparlante, y en especial con los escritos de C.L.R. James, Lamming y Aimé Césaire. El intento de ubicar el Calibán de Fernández Retamar en un contexto histórico, aunque bien informado, es menos convincente, puesto que corre el riesgo de silenciar los trágicos desmanes de la censura y el significado mismo del terror ejercido por la Seguridad del Estado y por los altos funcionarios del "partido único", entre los cuales Retamar sigue siendo uno de los más nefastos.

Por ah...

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