Abstract

Havana's relationship with Moscow that developed in the late 1950s and early 1960s quickly became vital for the Cuban Revolution, but it originated as a result of timing, at the height of the Cold War. However, other reasons and pressures rapidly appeared that affected the relationship for the following thirty years. Some of these began to be questioned in the late 1980s as a result of the reform processes instigated in Cuba and the Soviet Union, but many simply vanished in the aftermath of the implosion of the Soviet Union, which put an end to Cuban-Soviet relations. The relationship unquestionably suffered a dramatic political and economic downturn, but not all the pressures evaporated, and even from 1992 to 1995, more than diplomatic relations continued to function, most noticeably oil for sugar swaps. As the 1990s progressed, new pressures began to appear, and remarkably, some from the Cold War era, including the geostrategic importance of the island for the Kremlin, began to resurface. The result has been an improvement in relations from 1995 that has remained important in the twenty-first century for both countries, which illustrates the enduring qualities of the relationship.

Abstract

Las relaciones desarrolladas entre la Habana y Moscú a finales de la década de los años 50 e inicios de los 60 devinieron en vitales para la Revolución Cubana, pero su origen fue el resultado de un período de tiempo particular: la Guerra Fría. Sin embargo, otras razones y fuerzas surgieron y impactaron las relaciones en los siguientes treinta años. Algunas empezaron a ser cuestionadas a finales de la década de los 80, a raíz de procesos de reformas que tuvieron lugar en ambos países, pero otras simplemente desaparecieron como resultado de la implosión de la otrora Unión Soviética, lo cual tuvo como resultado el fin de las relaciones soviéticas-cubanas. Como resultado, sin duda las relaciones sufrieron una dramática declinación tanto en lo político como en lo económico. Sin embargo, no todo se evaporó; incluso entre 1992 y 1995, más allá de las continuas relaciones diplomáticas se mantuvieron intercambios, probablemente siendo el más notable el intercambio de petróleo por azúcar. En la medida que los años 90 fueron avanzando, nuevas fuerzas empezaron a emerger, incluso algunas provenientes de la época de la Guerra Fría, incluida la importancia geoestratégica de la isla para el Kremlin. El resultado ha sido una mejoría de las relaciones a partir de 1995, y en el siglo XXI se mantienen con una importancia singular para ambos países, lo cual ilustra la cualidad de la permanencia de la relación.

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