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  • El caso Onetti (o: el caso Marra)
  • Jorge Ruffinelli and Nelson Marra

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La publicación fatídica

1. El caso Onetti

"El Caso Onetti", tal como fue conocido desde 1974, debió llamarse "El Caso Marra", ya que el autor del cuento que llevó a ambos (y a otros más) a la cárcel y posteriormente al exilio, lo había escrito este escritor. Pero no nos adelantemos, revisemos el infausto caso que, como tantas otros hechos en la cultura uruguaya, ha sido entregado al olvido más que a la crónica o al análisis de los procesos autoritarios de la dictadura uruguaya (1973-1984). En su tiempo, la dictadura uruguaya quiso hacer de él, un caso "ejemplar".

En su última novela publicada en el Río de la Plata (La muerte y la niña, 1973), Juan Carlos Onetti llevó a la exasperación sus temas y pareció clausurar su mundo literario en los téminos más radicales. La muerte y la niña es la novela de la ambigüedad absoluta, donde todo se disuelve en el enigma, por más cristalina que sea su escritura. Es un relato más radical porque más radical es su escepticismo sobre la posibilidad de encontrar respuestas. Ya no sólo las ventanas (que sirven [End Page 313] para mirar al exterior, o hacia adentro) siguen siendo oscuras: ahora son negras. Y la pregunta que nunca se formula está constantemente planteada: ¿quién es el padre? ¿Dónde está nuestro origen? Es la novela de la paternidad extraviada, y no sólo en el caso de esa "niña" cuyo presunto padre niega, al final, serlo, sino que es el caso de todos los personajes (cuyo "padre" es Brausen) y de Brausen (cuyo "padre" es Onetti), y en última instancia del propio autor. Nunca antes Onetti había planteado tal inasibilidad de la experiencia, tanto absurdo encarnado en lo que llamamos vida.

Y lo curioso es que ese absurdo se vierte en formas bastante transparentes de la alusión política, como ocurría en sus primeras novelas (de El pozo a Para esta noche), acaso porque en los setentas, como en la década del cuarenta, el país perdió su origen y su sentido. Después de varios años en que Uruguay fue sacudido por la insurrección armada y la represión, un relato de Onetti hace alusión a ello: "Había gente joven, respetable, que se dejaba matar en los bosques escasos por la sed, insectos ignorados, fiebres que parecían bajar del trópico lejano, de las selvas verdaderas de Amazonas y Orinoco, resueltas y certeras. A veces, para humillación mayor, terminaban muertos por las metralletas de los del Cuerpo de Pundonorosos que, supuestamente, cumplían órdenes de Juan María Brausen."

Es un ejemplo, sin duda, de ironía histórica, porque Onetti no sospechaba que otro J. María, destinado por el momento a dirigir los destinos de su país, pronto lo sometería a la humillación de la cárcel y del sanatorio mental por un motivo tan absurdo como los motivos que orientan los destinos de los demás personajes en su literatura. La historia contingente pero real, absurda pero verdadera, terminó por suceder, y la vida copió al arte. El Cuerpo de Pundonorosos apareció en el panorama de la cultura uruguaya.

En enero de 1973 Onetti firmó un acta de fallo como jurado literario. Algunos meses antes, el semanario Marcha había convocado a un concurso de cuentos (y a otro de ensayos) y, efectivamente, trescientos cincuenta y dos originales fueron leídos por Onetti, Mercedes Rein y Jorge Ruffinelli (autor de estas líneas). El primer premio discernido fue para un joven narrador, Nelson Marra, autor entonces de tres libros: Los patios negros, Naturaleza muerta, Vietnam se divierte. Su cuento se tituló "El guardaespaldas", había sido presentado como todos los otros bajo seudónimo ("Mr. Curtis") y con un lenguaje de inusual tersura y violencia (menor violencia, sin embargo, que la empleada por James Joyce, Henry Miller, D. H. Lawrence, o el Marques...

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