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  • Mercedes Rein:Contemplar al mundo con distancia
  • Jorge Ruffinelli

Mercedes Rein (19 de noviembre de 1930–31 de diciembre de 2006) fue uno de los miembros del jurado integrado por Juan Carlos Onetti, ella y yo, en el fatídico concurso de cuentos de Marcha, por el cual Onetti y ella, amén del autor del cuento "El guardaespaldas", Nelson Marra, y otros, fueron encarcelados en 1974. Mercedes fue profesora, traductora, cuentista, novelista y en todas sus actividades demostró siempre un talento inusual y, al mismo tiempo cierta vocación a manejar la vida, la obra y sus circunstancias en un tono menor, introvertido, como si la clave vital fuera el desapercibimiento. Así, después del terrible incidente de 1974, que la llevó a prisión pese a estar recientemente operada de cáncer, Mercedes rehuía hablar sobre aquella época y lo que había significado para ella. Este diálogo que sostuvimos en 1990, es una comprobación más de su inteligencia lúcida, penetrante y tranquila.

Publicó cuentos notables como los de Zoologismos (1967) y Blues de los domingos (1990), y novelas tardías, de una densidad implacable, como Casa vacía (1984), Bocas de tormenta (1987), Marea negra (1996), El archivo de Soto (1993). Poesía, como La máquina de trinar (2007). Ensayos agudos sobre Ernst Cassirer y César Vallejo, y su libro Cortázar y Carpentier (1974). La dramaturgia (su obra El herrero y la muerte, escrita junto con Jorge Curi, 1981, se mantuvo seis años en cartel) fue tal vez la actividad intelectual-social que más la ocupó. Son numerosas y excelentes sus traducciones y adaptaciones al teatro, a las que dedicó gran parte de su vida.

Siempre fuiste una voraz lectora, y ahora estábamos hablando de Umberto Eco.

—Bueno, yo leo todo lo que llega a mis manos, evidentemente.

Me decías que te había impresionado mejor El nombre de la rosa que El péndulo de Foucault.

—Bueno, pienso que es una obra más accesible al público y que tiene [End Page 297] más gancho. Evidentemente que se puede explicar el éxito, así, de best-seller, por El nombre de la rosa. El péndulo de Foucault recoge las consecuencias del éxito anterior. No creo que sea un libro tan fácil ni tan apasionante. Y menos para el público… Yo no lo he terminado de leer, lo reconozco, así que no puedo opinar sobre el libro en su totalidad.

En cambio puedes opinar sobre el primero.

—¿Sobre El nombre de la rosa?

Sí. Porque hay opiniones encontradas. A mí me gustó, pero algunos la consideran una novela que pretende el éxito, tras las fórmulas del best-seller internacional.

—Yo creo que Eco es un escritor muy inteligente, con valores indiscutibles. Estoy leyendo El péndulo, y digamos que no me apasiona, pero de cualquier manera reconozco que es como estar conversando con una persona inteligente y muy respetable. Tengo dudas de que sea un gran novelista, un creador de imágenes… Ese aspecto se daba con mucha mayor intensidad en El nombre de la rosa. De pronto la lectura global de El péndulo me satisface más, no puedo opinar realmente. Algunos críticos opinan, leen cuatro páginas y ya tienen un juicio definitivo para la eternidad.

¿Hay escritores que te hayan apasionado en los últimos años? Yo busco escritores que me apasionen como, hace muchos años, lo hicieron Cesare Pavese y William Faulkner.

—¿Como es que dice Onetti, que el fin del siglo es una decadencia total? No sé. Que me interesan escritores, sí. Un autor que me atrajo mucho, aunque nunca hizo la gran obra de mil páginas, o la "búsqueda del tiempo perdido", es Patrick Suskind. No leí El perfume, pero traduje El contrabajo allá por el año 81, cuando todavía nadie lo conocía, y quedé fascinada. Es una obra de teatro. Y después leí La paloma que es un relato corto, o un relato no tan largo. Y también me parece un escritor de mucha garra, muy interesante.

¿Tenés autores a los que...

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