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  • 1977: A fondo: Onetti
  • Jorge Ruffinelli

A fondo: Onetti. España 1977. 43 minutos. Realización: Ricardo Arias. Entrevistador: Joaquín Soler Serrano. Productor: Jesús González - Radiotelevisión Española.

Pese a la proclamada timidez de Onetti, y de su confesión —al iniciar esta entrevista— de que la idea de la misma le había hecho pasar una noche terrible, el escritor uruguayo se sintió bastante cómodo, tal vez más que su entrevistador. Dialogar con un escritor como Onetti, "monstruo sagrado" de la literatura latinoamericana, no era fácil, en especial porque Onetti contestaba las preguntas con implacable lógica, y a veces las preguntas carecían de ella. [End Page 239]


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Así, cuando casi al final, Soler Serrano le pide a Onetti que le hable de Onetti, éste se pone más difícil que la posible respuesta, dándola por imposible (y, sin decirlo, absurda). Otra de las preguntas es acaso más inoportuna: ¿Qué escritor, además de Onetti, le interesa a usted?, inquiere Soler Serrano, y Onetti contesta: Todos. Aclarando enseguida: Todos los buenos. Negándose así a una respuesta detallada y banal.

Las entrevistas seriadas con escritores son las más difíciles. Soler Serrano las ha realizado con muchos, que los espectadores le agradecemos y al mismo tiempo advertimos las dificultades. Son difíciles porque en general los escritores aprecian un conocimiento profundo de sus obras, incluso mayor que el que ellos tienen de las mismas. Es lo que le sucedió a Onetti con Ramón Chao, cuando las preguntas de Chao provocaban en Onetti recuerdos ya "olvidados". Aquí, ante Soler Serrano, Onetti se "porta bien" y supera su monosilabismo que tanto caracterizó sus entrevistas publicadas. Tal vez la presencia de la cámara, y de su naturaleza televisiva, le ayudó a Onetti a estar más alerta.

Es en esta entrevista donde Onetti explica lo que años después motivaría el título del documental de Pablo Dotta, Jamás leí a Onetti. Y es el hecho —sincero— de que Onetti, una vez publicados sus libros, ya no volvía a leerlos. Con ingenio, explica que si alguna vez los abría en una página al azar, podía tener dos reacciones opuestas: advertir que las frases podían haber sido mejor trabajadas, o comprobar que estaban excelentemente escritas y que él nunca volvería a escribir con esa maestría. Cualquiera de las dos reacciones suponía una frustración. Por eso, entre otros posibles motivos, Onetti no se leía. [End Page 240]

Soler tiende, en ésta como en su entrevista con Juan Rulfo, en descubrir detalles del origen familiar del escritor entrevistado. Onetti, igual que Rulfo, repetía los mismos datos que ya había dado una y otra vez en diferentes entrevistas. Lo singular es que Rulfo traba de ahorrarse recuerdos de su infancia por la orfandad y el dolor, Onetti en cambio, había vivido una infancia feliz y, como las mujeres "honestas" (según Onetti), no tenía pasado. Un pasado feliz no es "pasado".

¿Por qué importa acceder a entrevistas filmadas, por imperfectas que ellas sean? Son esas entrevistas epifenómenos del aura que una obra leída deja en el lector. Queremos saber "más". El escritor se convierte en un arcón de supuestos tesoros escondidos, que ansiamos abra y comparta con nosotros. El cine es un medio nuevo, de poco más de un siglo de vida, pero su existencia y su técnica nos lleva a pensar qué placer habría sido contar con entrevistas televisivas con Sófocles, Platón, Shakespeare, Safo y Goethe, entre tantos otros pensadores, poetas y escritores. En todo caso, a veces accedemos a ellos a través de los que alcanzamos a filmar. Por eso, frustráneamente, Onetti le contesta a Soler que a él le interesó siempre leer a todos los escritores, o al menos a todos los buenos. Habría sido interesante que Soler le hubiese preguntado por qué consumía decenas de novelitas policiales baratas, a veces leyéndolas por segunda o tercera vez porque había olvidado...

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