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  • El album de Onetti:Fotografía y ficción
  • Ana Gallego Cuiñas (bio)

Lo que siento, eso hago. Eso es para mí lo más importante. Todos pueden mirar, pero no siempre ven.

André Kertész

Escribo para mí. Para mi placer. Para mi vicio. Para mi dulce condenación.

J. C. Onetti

La Fotografía es contingencia pura y no puede ser otra cosa (siempre hay algo representado) – contrariamente al texto, el cual, mediante la acción súbita de una sola palabra, puede hacer pasar una frase de la descripción a la reflexión.

Roland Barthes

Una sola palabra, "álbum", puede hacer pasar la frase que contiene el título de este ensayo de la descripción a la reflexión. Un libro albo -el vocablo procede del latín, album, 'encerado blanco'— repleto de fotografías puede hacer pasar a un hombre de la ficción a la "realidad". La relación entre fotografía y ficción en un cuento de Onetti, "El álbum", ha hecho pasar a una lectora interesada, yo, de la reflexión sobre una colección de palabras —un texto de ficción— a la meditación sobre una colección de imágenes, un álbum de fotos. Y yo también escribo para mí, para mi placer y para mi vicio, y dos de ellos —de mis vicios confesables, quiero decir— son Juan Carlos Onetti y André Kerstész: uno sabe narrar, el otro sabe ver. Kertész es un fotógrafo norteamericano nacido en Hungría que tiene un libro que humedece la mirada On Reading, en el que se exponen una serie de instantáneas que recogen escenas de lectura, libros, gente leyendo, etc. Como Onetti, el húngaro definió su arte desde la autobiografía, siempre movido por el sentimiento; por su propia satisfacción. Y lo que le satisfacía a André Kertész era ver leer y fijar esas imágenes en papel albo. Cuando llegó a EE.UU desde París en 1937, las galerías rechazaron sus fotos porque "hablaban demasiado": los norteamericanos, en aquel tiempo, no supieron "leer" los textos tremendamente sugestivos que suscitaban sus fotografías. No es de extrañar: su propuesta artística era casi un oxímoron, ya [End Page 107] que ponía en cuestión la omnipotencia de la imagen (que se bastaba a sí misma), apelando a la narración: ver, para Kertész, es narrar. Hasta el punto de que su arte podría ser equiparado al singular concepto de imagen que (re)producen las antiguas polaroids, una suerte de "cámaras seniles", creadoras de fotos que dejan un margen a la escritura en aras de reforzar la memoria visual1. Estas fotografías reservan un espacio para las palabras dentro del mismo albo marco que las contiene, bordeando la imagen, como si ésta fuera insuficiente para aquilatar la memoria2. Fotografías con principio de alzheimer. Imágenes que revelan su futura amnesia. Porque recordar es siempre repetir una imagen, pero también un pensamiento: una narración. Y la memoria —facultad de recordar— no sólo funciona con imágenes sino con nuestra narración, por eso su dispositivo se asemeja al de las polaroids: espejos con un vasto recuadro alrededor para escribir una narración personal. Cada cual priorizará siempre un campo (imagen o narración) en su mecanismo del recuerdo3. Porque en fotografía, como en literatura —en cualquier arte—, el sujeto (la mirada) es el que construye (narra) el objeto (fotografiado, narrado): un cuento, un álbum.

El caso de Onetti, aunque en otro orden, es bastante similar al de Kertész: sus textos parten de una imagen que "habla demasiado". El uruguayo afirmó: "La mayoría de las cosas que he escrito han comenzado por una imagen que en principio no tenía sentido" (2005: LXI). Pero esta vez la imagen es imaginada en movimiento, no es fija ni estática. Imagen viene del latín 'imago', "figura, representación", que proviene a su vez de 'imitare', que alude a la imitación de una figura real en un espejo, a la creación. No es azaroso...

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