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  • Dos ensayos:Fuera de género y el caballero de la rosa
  • Roberto Echavarren (bio)

Los críticos suelen detenerse en el carácter "existencial" —es el término que algunos usan— de las atmósferas y situaciones de Onetti, o bien en los procesos de construcción de sus ficciones, o en la índole compensatoria del escribir con respecto a las pérdidas y el deterioro de los cuerpos y almas de la gente.

Pocos han reparado en el funcionamiento erótico de sus relatos, salvo para indicar, a veces de soslayo, con desconfianza o censura, sus preferencias por la mujer joven. No han advertido que esas preferencias implican una indefinición, una ambigüedad extraña.

En la novela corta El pozo, de 1939, el narrador señala, de un modo que vale para el resto de sus obras, una claudicación temprana de la gente, que se amolda a los requisitos impuestos por las normas de convivencia. "La gente absurda y maravillosa no abunda; y las que lo son, es por poco tiempo, en la primera juventud. Después comienzan a aceptar y se pierden."

El insertarse en una relación de familia o en un régimen de trabajo coarta las posibilidades de un cuerpo y una mente jóvenes. Al contrario, se privilegia aquí el comportamiento disidente, la actividad marginal o el "derecho a la pereza" (sobre el cual había escrito Paul Lafargue) como instancias salvadoras. Ese margen, lo averiguará el lector de ésta y las obras sucesivas de Onetti, puede mantenerse gracias a una actitud contemplativa capaz de abrir una dimensión interior, y de la cual escribir es una instancia particular, aunque por lo visto necesaria en la economía de Onetti.

Las mujeres, indica el protagonista de El pozo, suelen "morir" a la edad temprana en que se resignan a cumplir el programa que les asigna el grupo:

He leído que la inteligencia de las mujeres termina de crecer a los veinte o veinticinco años. No sé nada de la inteligencia de las mujeres y tampoco me interesa. Pero el espíritu de las muchachas muere a esa edad, más o menos. Pero muere siempre; terminan siendo todas iguales, con un sentido práctico hediondo, con sus necesidades materiales y un deseo oscuro y ciego de parir un hijo. [End Page 55]

Para Lewis Carroll las mujeres perdían interés antes que para Onetti. Carroll encontraba en las niñas una intrepidez de pensamiento, una curiosidad viva, un criterio calibrado. Esas caracteristicas luego se evaporaban. Cuando Carroll recibía en sus habitaciones a sus pequeñas amigas tomaban un té fuertísimo. Y Alicia en el país de las maravillas describe los efectos distorsionantes, como de droga, que condicionan las percepciones del personaje.

Después predomina el programa que consiste, según Onetti, en una busca de seguridad y el compulsivo propósito de perpetuar la especie. En función de lo cual las jóvenes relegan sus posibilidades, su apertura. El punto de vista de las narraciones de Onetti es estéril en el sentido de que no considera —parece incapacitado para considerar— la experiencia de la preñez y su enganche específico para la mujer. Desde el punto de vista de sus narradores, la preñez desequilibra la ambigüedad del llamado erótico, que rehúsa elegir, con una fuerza explosiva que conmueve todo el edificio de la cultura.

En La vida breve, de 1950, leemos que una antigua amante del protagonista lo viene a visitar estando preñada. Él advierte cómo esa mujer se ha vuelto alguien diferente que le repugna. Para empezar, ha perdido su ambigüedad adolescente. Ha adquirido un aspecto inequívoco de hembra por tener el vientre hinchado. Pero además su mentalidad cambió, varió de criterios y opiniones. Antes "eras maravillosa, eras el absurdo, estabas como nadie unida al entusiasmo y al misterio de vivir".

Se oponen aquí un vivir intenso y sin prejuicios, que rompe las costumbres y reinventa la moral, a una bondad edulcorada y de receta, que esconde la incomprensión y la intolerancia, bajo el pretexto de defender la vida que...

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