Abstract

Frente a los primeros estudios del ritual que lo asociaban exclusivamente con la religión, críticos como Hubert, Mauss y Durkheim, entre otros, empezaron a relacionarlo con otras disciplinas humanísticas como la sociología, psicología y etnografía. Girard y Burkert llegaron más lejos cuando establecieron que la religión es un fenómeno social y el ritual del sacrificio una construcción humana que ofrece la única solución posible a la violencia innata del ser humano. A través del ritual, el individuo puede justificar y racionalizar su violencia, transformando la muerte de una víctima en algo más noble y con un propósito más digno: un sacrificio a un ser superior. Ésa es la base teórica desde la que he estudiado El castigo sin venganza de Lope de Vega. Desde el momento en que el duque de Ferrara mezcla los elementos de justicia humana y ley divina para disfrazar su venganza, la pena de muerte por adulterio de las víctimas se convierte en un sacrificio donde el elemento social y el sagrado se combinan para poner en marcha el mecanismo ritualista. No obstante, la ambigüedad de los elementos del ritual y las irregularidades que se cometen en su desarrollo harán que pese a las apariencias de orden restaurado al final de la obra, el sacrificio en Ferrara requiera un nuevo chivo expiatorio: el propio duque, que pasará de verdugo a víctima moral y se verá enfrentado a una nueva crisis en su comunidad.

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