Abstract

Friedrich Schiller, en sus Cartas sobre la educación estética, plantea dos polos de la actividad humana, tiránico cada uno sin la intervención del otro: el impulso material o vital (Stofftrieb) y el formal (Formtrieb). De la feliz integración de los dos nace el impulso lúdico (Spieltrieb), el cual supera tanto el apetito de la experiencia fáctica o directa como el de la abstracción. De manera análoga, Calderón crea en sus dramas de enredo una estructura argumental y un tono que son rigurosamente lúdicos, al no prestarse ni al desgarro afectivo directo ni a la codificación ética o filosófica. A través del análisis de la pieza cómico-melancólica No siempre lo peor es cierto, se muestra cómo el enredo calderoniano establece ciertos patrones, repetidos de drama en drama sin vínculo necesario con la tonalidad grave o ligera. (DJH)

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