Abstract

La biografía de Calderón es difícil de valorar, porque no hay un epistolario de su vida personal. El escrutinio sistemático de su itinerario y el examen de las transacciones legales y de las memorias de la puesta en escena de sus piezas revelan su modus vivendi. Fue un producto de la cultura de su tiempo. Dotado de una perspicacia psicológica extraordinaria, supo utilizarla para ascender en la escala social, primero ganando la confianza del Conde-Duque de Olivares y luego obteniendo la protección de Felipe IV y de su sucesor. El poeta colaboró en las fiestas teatrales, organizadas por el marqués de Heliche, y continuó su trayectoria literaria hasta el final de sus días. Su idiosincrasia fue propia de un individuo fiel a sí mismo, cuya aspiración consistió en ser el primer dramaturgo de su época. Su relación con su maestro, Lope de Vega, la amistad que mantuvo con Pérez de Montalbán, la colaboración con otros escritores manifiestan una ambiciosa disposición en una línea de superación y de nuevos ensayos artísticos. Su religiosidad, que se había deteriorado durante su juventud, volvió a surgir tras la crisis de la mitad de la vida y creció en la soledad íntima de su vejez. Su orgullo en el menester poético le dió una razón de existencia y su constante aplicación le confirió su modernidad.

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