Abstract

El despliegue iconográfico y escénico de la entrada real de Ana de Austria en Madrid (1570) supone una sólida plataforma propagandística para Felipe II, a la vez que una significativa oportunidad didáctico-artística para su audiencia. A medio camino entre el festival político y el popular, el festejo celebra no sólo la presencia de los monarcas, sino también la de una variada colección de pinturas y esculturas que—gracias al arte efímero—inunda las calles de la ciudad durante las semanas anteriores y posteriores al evento. El presente estudio explora la disposición teatral y museológica de estas obras, y el impacto que hace en ellas y en su público la alta cultura visual renacentista.

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