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Reviewed by:
  • Un asesinato piadoso
  • Francisco Javier Higuero
Guelbenzu, José María. Un asesinato piadoso. Madrid: Alfaguara, 2008. Pp. 381. ISBN 978-84-204-7440-3.

Dentro de la modalidad narrativa conocida como género policíaco, parte de la producción literaria de José María Guelbenzu destaca por haber conseguido caracterizar diegéticamente a un personaje de manifiesta altura profesional y psicológica, conforme ejemplifica el comportamiento de la Juez Mariana de Marco. Dicho personaje había hecho acto de presencia en novelas tales como No acosen al asesino, La muerte viene de lejos y El cadáver arrepentido. Cada una de las referidas narraciones se distingue por la resolución de graves problemas delictivos, cuyos culpables parece que son, finalmente, descubiertos y sobre los que, de algún modo, se dispone a caer la merecida carga de justicia. Lo mismo se intenta conseguir en lo relatado por un narrador heterodiegético de características omniscientes a lo largo de lo expuesto con gran lujo de relevantes detalles en Un asesinato piadoso. De una lectura atenta de dicho relato se desprende que los procedimientos judiciales definitivos y últimos encaminados a dictar justicia no llegan a implementarse: el hecho contundente es que Mariana es Juez instructor y la función jurídica por ella ejercida no le permite emitir veredicto final alguno. Ahora bien, el hecho de que Mariana no tenga un control total de lo que pudiera acontecer una vez acabada la instrucción del caso por ella realizada no debe inducir a sacar la conclusión de que tal Juez fuera totalmente pasiva o quedase limitada a ejercer un papel diegético de simple comparsa.

El desarrollo de los acontecimientos relatados en Un asesinato piadoso no evidencia que las pesquisas investigadoras llevadas a cabo por personajes como Mariana o el inspector Alameda proyectaran connotaciones semánticas de impotencia frente a las que nada pudiera hacerse. No debería olvidarse, a este respecto, que ambos funcionarios de la administración pública consiguen, de hecho, esclarecer lo acaecido, desempeñado su labor profesional con suma diligencia y puntualidad, en conformidad con los parámetros de comportamiento correspondiente a sus respectivas tareas encomendadas. De hecho, la actividad realizada por Mariana y Alameda se corona de éxito, al conseguir identificar al culpable último no sólo del crimen descubierto cuando comienza el discurso diegético de la novela, sino también de otros delitos previos, simultáneos y posteriores cometidos, a su vez, por semejante personaje identificado como Casio Fernández Valle. Para expresarlo de otro modo, la función investigadora de carácter policial y jurídico ejercida respectivamente por Alameda y De Marco impulsa a evidenciar, con claridad y nitidez, que dichos personajes, lo mismo que el mencionado Casio, demuestran poseer una autonomía propia, sin convertirse necesariamente en títeres o instrumentos de programas enigmáticos, nunca descubiertos o aclarados. Resulta ser, a todas luces, relevante insistir una y otra vez en las acciones realizadas, dentro de la historia estructurada por el discurso narrativo de Un asesinato piadoso, ya que de hecho es insostenible, en sumo grado, considerar a tales personajes como si fueran individuos carentes de autonomía propia. Siendo cierto que el motivo actancial que mueve gran parte de la trayectoria diegética de dicha novela es la acumulación de una cierta cantidad de engaños, que obstaculizan las pertinentes investigaciones llevadas a cabo, también [End Page 161] lo es que la procedencia de dichas mentiras se remonta a lo promovido por Casio, con el fin de cubrir y ocultar la relación incestuosa que había mantenido con su propia hija Covadonga y proteger también a la niña Cecilia, surgida de semejante imposición de hechos consumados. Expresado de otra forma, son las acciones de Casio las que impulsan, en un primer momento, el dinamismo narrativo desarrollado a lo largo de la historia relatada en Un asesinato piadoso. Por otro lado, las investigaciones judiciales y policíacas llevadas a cabo con eficacia tienen como responsables concretos a Mariana y Alameda, personajes caracterizados narratológicamente como redondos, es decir, carentes de rasgos estereotipados, inmutables y fijos.

La perpetración del crimen...

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