The Ethics of Latin American Literary Criticism: Reading Otherwise (review)

La colección de artículos compilados por Erin Graff Zivin da cuenta de un retorno a la preocupación por lo literario, que pasa a ser percibido en el ámbito de los estudios latinoamericanos en los Estados Unidos como un muestrario privilegiado de prácticas discursivas, donde se pueden apreciar las diversas estrategias para relacionar lo que Bruno Bosteels, en el trabajo que abre el libro, entiende por modalidades dominantes de retorno a las cuestiones éticas, tanto en los estudios culturales como en los literarios estrictamente hablando: por un lado la pregunta por el lenguaje, y por otro el debate sobre la cuestión de la alteridad (13). De diversas formas, el problema de la relación entre estas modalidades de la preocupación ética en la tarea de investigación académica atraviesa todos los artículos, ya se trate de la relación establecida en los mismos textos literarios con aquello que está fuera de la literatura (lo "real" en sus diversas acepciones), o de la relación entre la producción textual académica y aquello que se encuentra fuera del ámbito privilegiado de los circuitos universitarios.

La recuperación de lo literario pasa por valorar unos textos que (justamente por las mismas condiciones de producción en las que se desempeña el intelectual de la ciudad letrada latinoamericana) ensayan desde su lugar de enunciación respuestas a las problemáticas éticas que también se le presentan al intelectual perteneciente al ámbito académico cuando se interroga sobre su propia práctica profesional. La pregunta por el otro en el ámbito letrado se confronta con las implicancias éticas de la representación, pero también con la condición de "sujeto trágico" que Gabriela Basterra identifica como modelo subyacente al "orden político racional y la ilusión de autonomía en la que ese orden se basa" (27). Según este modelo, el sujeto se constituye por su heteronomía; resulta un constructo ideológico donde incluso los deseos son automatizados. Paradójicamente, indica Basterra, esa heteronomía permite al sujeto reconocerse como miembro de su comunidad política, y por tanto, actuar en ella.

La relación con el otro puede revestir la forma de una relación con esas fuerzas sociales que determinan al sujeto, pero también puede, por el contrario, tratarse de una relación con aquellos que se encuentran fuera de la comunidad en cuyo seno se observan cierto consenso. Esta segunda posiblidad testimonia aquello que Levinas percibía como una pluralidad residente en la alteridad, interpela ese consenso, y conlleva un desafío para quien se plantea representarlo. Aquí, las nociones de subjetividad tomadas de Kant, Levinas, y Badiou entran en discusión, en tanto proponentes de modelos que invitan a pensar la relación con la alteridad. En esa dirección apunta el artículo de Doris Sommer, que asimila la relación con el otro a la experiencia de lo sublime kantiano, pues por la violencia que ejerce hacia la comprensión, "lo sublime provoca respeto, no amor" (187).

Las estrategias posibles de aproximación a esa alteridad pueden aprender de las prácticas culturales que los letrados latinoamericanos han venido llevando adelante, o pueden sacar partido de las posiblidades que los cambios tecnológicos de los últimos años, con la aparición de las formas electrónicas de publicación, que abren la posibilidad de ampliar el ámbito de los destinatarios del discurso académico. En ese sentido van los artículos escritos por Idelber Avelar y Esther Gabara, que analizan respectivamente las posibilidades que abre la comunicación a través de internet, y las estrategias de acercamiento a la cultura popular practicada por los modernistas brasileños. ¿Cuáles de aquellas estrategias montadas en la primera mitad del siglo XX son reciclables en las condiciones tecnológicas actuales? Si Gabara explora las posibilidades abiertas por un medio—la fotografía—que en su momento constituyó una novedad t...